"Terminó en Auschwitz para salvar a tres personas": la historia que no debería caer en el olvido
Residente en Mallorca, la polaca Kinga Kelm-Alemany cuenta en 'Hoy por Hoy' una historia familiar relacionada con este campo de exterminio nazi, cuya liberación cumple hoy 78 años
78 aniversario de la liberación de Auschwitz: entrevista a Kinga Kelm-Alemany
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Palma
Tal día como este viernes, un 27 de enero, pero de 1945, el campo de exterminio de Auschwitz fue liberado por el Ejército Soviético en su camino hacia Berlín, en lo que eran los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial. Construido en 1940 en el sur de Polonia, cerca de Cracovia, este es el complejo de campos de concentración nazis más conocido, y lo es por ser el más mortífero: alrededor de 1,1 millones de personas fueron asesinadas, según el Museo-Memorial Auschwitz-Birkenau. El 90% eran judíos; sin embargo, también perdieron allí la vida homosexuales, disidentes, presos políticos o gitanos; de diversas nacionalidades, pero, sobre todo, húngaros y polacos.
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Kinga Kelm-Alemany, una polaca afincada en Mallorca, ha contado en 'Hoy por Hoy Mallorca' dos historias relacionadas con la existencia de este lugar. Historias que representan las dos posturas habituales: la intención de divulgar lo que ocurrió para conocer los errores del pasado, pero también la de olvidar, la de poner punto y final a un periodo oscuro e intentar recuperar el camino de la vida.
"La historia es la que es, tenemos puntos negros, pero superamos todo lo malo, y espero terminar esta conversación con un mensaje esperanzador", ha explicado. "Mi objetivo es homenajear a mi abuelo, contar un trocito del legado que me dejó", ha agregado.
El abuelo de Kinga, Andrzej Makowski, siempre relató y procuró que se diera a conocer la historia su amigo Nowaczkiewicz, el sacerdote de su pueblo, que fue apresado, trasladado y asesinado en Auschwitz tras sacrificarse por salvar a una familia.
"Es una historia triste, pero tiene un punto de esperanza que habla de lo cívicos que podemos llegar a ser", ha indicado Kinga. "Ocurrió cuando Polonia estaba siendo atacada por los dos lados, por Alemania y por la Unión Soviética. Este sacerdote tenía entonces 22 o 23 años, como mi abuelo. Salvó la vida de una viuda y sus dos hijos pequeños, que iban a ser trasladados a Auschwitz por tener ganado en un momento en el que se pasaba hambre, pero tenían que comer", ha explicado.
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"Nowaczkiewicz se sacrificó y terminó en Auschwitz para salvar a estas tres personas. Mi abuelo siempre contaba la historia para que la divulgáramos y que no cayera en el olvido. Con estas pequeñas cosas sigue la memoria viva", ha relatado Kinga.
Se libró de las garras de la Gestapo
La segunda historia de Kinga es más cercana en lo familiar, pero, paradójicamente, mucho más difusa en detalles e información. Su abuela paterna, Czesława Kelm, de la otra rama de la familia, también sufrió el terror que infundía el nazismo; en este caso, por judía. Su hermana fue detenida y apresada en las dependencias de la Gestapo, quien advirtió de sus rasgos característicos judíos. Afortunadamente, fue liberada gracias a que intercedió un contacto cercano.
Las generaciones posteriores, como en el caso de Kinga, creen que nunca llegaron a pisar Auschwitz porque no llevaban los números tatuados en el brazo, pero no pueden estar seguros. Y es que, tras lo vivido en la guerra, su abuela cambió de nombre, de ciudad, se convirtió al cristianismo y decidió olvidar su pasado y no contar la experiencia ni siquiera a su familia.
"Hizo un borrón total, entiendo que para intentar hacer una vida nueva, y sus hijos lo respetaron. No removía el pasado, ella demostraba el amor con el trabajo, no era muy cariñosa", ha explicado Kinga. "Había momentos en los que se quedaba bloqueada, no sabíamos por qué. Con los años, entendí que podría ser que le llegaran 'flashes' del pasado", ha apuntado.
Un mensaje esperanzador
Dentro del horror que suponía haber pasado por Auschwitz o de sufrir los efectos de la guerra, Kinga tiene claro que "todo lo malo termina", y siente que "siempre tiene que permanecer la esperanza" y dar un mensaje de positividad. Ese era su objetivo antes de la entrevista y así ha querido terminarla: "Se la dedico a mi abuelo. Sin gente como él, no tendríamos estas historias para contar y compartir con el mundo".