Sobre el éxito de Chanel
Santa Cruz de Tenerife
Desde el sábado por la noche el gran debate nacional vuelve a tener nombre de mujer y de perfume: Chanel, tercera clasificada en Eurovisión y ganadora moral de una pelea ideológica que empezó con su elección en enero, tras presentar su canción SloMo en el Benidorm Fest, para representar a España en el festival europeo de la canción. Chanel se impuso entonces -gracias al voto de los jueces- sobre Rigoberta Bandini y sobre las Tanxugueiras, unas chicas muy marchosas y gritonas, consideradas favoritas por el público. Eso abrió la caja de los truenos.
El acoso de los haters en twitter sobre la cantante fue tan fuerte, que Chanel tuvo que cerrar su cuenta. Cuando lo hizo acumulaba miles de groserías, insultos y maldades. Pero no fue aquello sólo una cacería más en redes. A pesar del apoyo explícito de la damnificada Bandini a Chanel, el asunto se convirtió en un debate de alcance nacional: la izquierda gubernamental prefería en Eurovisión a la Bandini –una artista considerada progresista- o a las gallegas. Unidas Podemos y Comisiones Obreras propusieron revisar la elección y que Chanel no representara a España. Podemos pidió incluso la comparecencia de la directora de TVE en el Congreso. En cuanto al PSOE se lanzó en barrena: pidieron que se revisara la letra, concretamente la frase en la que se dice “yo siempre estoy ready pa’ romper cadera”, algo que en TVE estuvieron dispuestos a valorar, aunque Chanel se negó. La diputada socialista Lidia Guinar acusó a la canción de fomentar la mercantilización del cuerpo de la mujer y dijo que el sugardadismo al que “remite la letra de la canción elegida, es una forma de prostitución”, mientras la portavoz socialista madrileña golpeaba mezclando como si fueran churras y merinas el ‘robo’ en la elección y la gestión de la Ayuso.
A Chanel se la acuso incluso de ser facha.
Hasta ayer: ayer esa artista llamada Chanel devolvió a los aficionados al sarao la ilusión de ganar de nuevo donde sólo lo lograron durante el franquismo Massiel y Salomé, y de pronto cambiaron todas las tornas: ahora Chanel es de todos, todas y todes. En fin. Este es el nivel del país: está bien rectificar, cuando uno se equivoca, desde luego. Pero tampoco pasa nada por pedir disculpas después de pifiarla, claro. Y aquí nadie ha pedido disculpas. Nadie. Apenas un delicado ejercicio de oportunismo e hipocresía.




