Mucha palabrería y poca empatía real

Santa Cruz de Tenerife

Este jueves, en La Laguna, ocurrió algo inédito: una víctima de abusos sexuales compareció en un pleno municipal para pedir a su Ayuntamiento la protección que no le dio la Iglesia. Los concejales se enredaron en un debate incoherente y redundante sobre la división de poderes y otras disquisiciones jurídicas. También sobre sus competencias para hablar, o no, de cuestiones extra municipales. Hablaron, en fin, de lo divino y lo humano, nunca mejor dicho, para no llamar a las cosa por su nombre.

Salvo destacadas excepciones, la mayoría de ellos se puso de perfil y terminaron modificando la moción inicial presentada por Unidas Se Puede para no poner nombrar al Obispo de Tenerife. Y todo ello, delante de la víctima que el prelado desprotegió.

Hubo, efectivamente, mucha palabrería y poca empatía real. Pero a nadie se le escapa el valor simbólico de lo ocurrido. Y es que se ha roto un tabú, que es como romper un dique por el que saldrá todo el agua contenida. O lo que es lo mismo, toda la verdad ocultada hasta ahora.