'Greenpeace ha defendido los trenes, ¿por qué aquí hay problemas?': la advertencia de un ingeniero sobre la viabilidad ferroviaria en Tenerife
La idea de un tren en el sur surgió en 1997. La del tren del norte, en 2009.
Santa Cruz de Tenerife
Los problemas de movilidad en la isla de Tenerife han sido una constante en el seno político y social, con mucha polémica por los distintos proyectos que se han intentado hacer a lo largo de los años y no han salido adelante. Este año, parece que por fin la variante de La Laguna va a seguir su cauce, y han vuelto a la palestra los dos trenes que formarían un entramado público de transporte interesante en la isla.
El proyecto del tren del sur surgió a finales de los años 90 como una necesidad de la isla de Tenerife y sobre todo de sus vecinos de esa zona para moverse hacia Santa Cruz. Recordemos que solo había dos carriles y la visión que se tiene del sur no es la misma de hoy en día, con una autopista mucho más preparada. Se pensaban dos paradas, una en San Isidro y otra en el aeropuerto. Pasaron a ser 7 las paradas cuando se planteó por parte de Carlos Alonso, líder del Cabildo insular en el 2009, por Coalición Canaria. 7 que incluían estaciones en Añaza, Candelaria, San Isidro, Aeropuerto sur y Los Cristianos. 42 minutos de recorrido a más de 200 kilómetros por hora y a través de túneles. Incluso se habló de una conexión con el tren del norte con ramales hasta Santa Cruz. En total, 1.803.000.000 de euros cuya financiación intentaron buscar, en su momento, en el Estado.
En el caso del tren del norte, que siempre ha sido más polémico, su concepto en el seno político surgió en 2009 en el Cabildo, con la idea de que estuviera listo en 2020 (el del sur en 2017). El tren iba a costar 1.000.000.000 de euros y comprendía Santa Cruz con una estación situada en Los Realejos. ¿Las paradas? La capital tinerfeña, La Laguna, Los Rodeos, Tacoronte, La Victoria/La Matanza, Puerto de la Cruz y Los Realejos.
¿Dónde está el problema entonces, si desde un principio se apostó por los trenes? En la posible afección tanto al medio ambiente como a los propios vecinos, que verían limitado su territorio a una estación -sobre todo en el norte- que se sitúe cerca de sus casas. Hemos querido preguntarle directamente a los técnicos si estas ideas, en el caso del sur ya es un proyecto, son viables realmente para un territorio como es el insular.
Luis Gutiérrez, presidente del Comité de Movilidad de la Demarcación de Santa Cruz de Tenerife del Colegio de Ingenieros, Canales y Puertos, asegura tajantemente que 'son viables. De hecho, el proyecto del tren sureño ya está avanzado. Realmente podemos hacer obras de esta infraestructura sin mucho menos hacerle daño al medio ambiente. Sí me resulta sorprendente que agrupaciones ecologistas nacionales e internacionales como Greenpeace le haya pedido a los estados que inviertan en proyectos ferroviarios porque es limpio'. Y añade: '¿por qué aquí hemos protestado? Y también es curioso cómo aquí hay manifestaciones en contra, pero en Gran Canaria no'.
'Es perfectamente viable hacer una obra de estas características sin afectar al medio ambiente' Luis Gutiérrez, ingeniero de caminos
Sobre el tren del norte, sí es cierto que ha habido más complicaciones a nivel vecinal por la posible afección al territorio circundante a la autopista, que cuenta con bastante población. 'Es más sencillo el encaje técnico del sur, el encaje territorial, porque no hay espacio ocupado pegado al corredor de transporte. Necesitamos también tener en cuenta los desniveles a cubrir entre la capital y La Laguna. Además, hay mucha ocupación en línea de servidumbre'.
Pero insiste en que este tipo de obras sí pueden tener cabida en la isla y que mejorarían la situación del transporte público. 'Si tenemos todos los pasos previos terminados, incluida la declaración de impacto ambiental y se inicia la licitación cuando se adjudica, en 6 años podemos tener un tren funcionando'. Bueno, en este caso, dos proyectos de trenes que no han avanzado por voluntad política, en un caso, y, por otro, por la falta de transparencia a los vecinos, que necesitan saber qué recorrido, cómo y qué afecciones tendría al territorio circundante a sus casas. Lo que queda claro es que es viable desde el punto de vista técnico y medioambiental. Habría que saber entonces si los turistas lo cogerán, si los residentes harán lo propio, o se quedará en un proyecto vacío económicamente hablando y tendremos que seguir soportando las colas infinitas que ya forman parte de nosotros.
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