Papel y pluma, con María Henríquez: propuestas ejercicio 11 y ejercicio 12
Cada jueves en Hoy por hoy Las Palmas con Jonás Oliva te proponemos esta sección sobre escritura creativa para que des rienda suelta a tu creatividad sin vergüenza y crear una comunidad de apasionados por la escritura
Papel y pluma, con María Henríquez: propuestas ejercicio 11 y ejercicio 12
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Las Palmas de Gran Canaria
Cada jueves en Hoy por hoy Las Palmas con Jonás Oliva, la profesora María Henríquez nos guía en esta sección sobre escritura creativa para que des rienda suelta a tu creatividad sin vergüenza y formar juntos una comunidad de apasionados por la escritura. Puedes escuchar el podcast íntegro en el siguiente enlace y participar en el ejercicio que te proponemos en la parte inferior de esta página, enviándonos tu propuesta semanal al whatsapp del programa 607 575 031.
Nota importante: para garantizar la publicación de los textos, deben enviarse mecanografiados antes del miércoles víspera de cada sección, hasta las 13 horas.
EJERCICIO 12
Escribe un texto en el que la música esté muy presente. Te animo a que pruebes una de estas opciones cuando te sientes a escribir:
1. Empezar a escribir una historia en la que esté presente la música, sencillamente dejándote llevar. Escribe sin parar al menos durante 7 minutos.
2. Elegir una canción o pieza musical que sea importante para ti y escribir a partir de ahí. Quizás cuentes la historia de cómo se convirtió en un tema tan significativo en tu vida o quieras narrar lo que ocurrió ese día cuando la escuchaste, con quien estabas, cómo era el lugar…Hay varias posibilidades. Aguanta al menos 7 minutos sin parar de escribir.
3. Hacer un listado de palabras e imágenes alusivas a la historia que voy a contar (en la que la música está muy presente). De esta forma despierto vocabulario que puede estar dormido, antes de empezar a escribir. Puedo elegir 3 palabras (cargadas de significado), antes de empezar a escribir mi historia.
¡Qué lo disfrutes!
PROPUESTAS DE LOS OYENTES PARA EL EJERCICIO 11
No había noches de Reyes sin sus estimulantes mañanas. La Popular, se llenaba de luces de colores y preciosos atavíos. El escaparate rebosaba de ilusión en forma de juguetes. Mis padres, dedicaban mucho tiempo y ganas, para convertirlo en una especie de flautista de Hamelín para las narices de los niños que acababan pegadas al cristal irremediablemente. El personal andaba más atareado que nunca, con andares apresurados, las manos ocupadas con paquetes de todos los tamaños y en varias conversaciones al mismo tiempo contestando preguntas que venían desde el otro lado del tosco mostrador, dónde la gente, se apretujaba mientras se deseaban felices fiestas. Siempre, con una sonrisa irreprimible que adornaban sus caras como guirnaldas de navidad. Esas mañanas, acompañaba a mis padres en lo que a mí se me antojaba una fábrica de ilusiones. Sentado en la esquinita de uno de los escalones de la desgasta y crujiente escalera de madera por donde subían y bajan, sin pausas, paquetes envueltos en papel de regalo con lazos de llamativos colores y formas. Siempre, con un, “cuidado que voy”, como ecos que acompañaban el sonido de ágiles pasos en ese trasiego alocado y divertido. Todo ese deambular, en medio de colores, risas, e ilusión, estimulaba mi imaginación aumentando más, si eso fuera posible, mis nervios en esas mágicas noches de Reyes.
Chano Gómez
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Los reyes magos
La "Noche de Reyes" me produce una cierta envidia. De dónde yo vengo es una festividad que no tiene ningún significado, no lo he celebrado nunca porque no me inspira nada en absoluto, casi porque no se lo inspiraba tampoco a mi entorno. Y además siento mucho alivio de que para mí estas agotadoras fiestas acaban sin más con las uvas de la noche de Fin de Año. ¿Casualidad o causalidad? En este preciso momento, mientras escribo esto, me ha entrado un WhatsApp de una cuñada que aún vive en mi país natal y dice: "...hoy he recordado aquel año en que celebraron, el cuñado y tú, una Fiesta de Reyes en tu casa. Aquella tarde aprendí lo del Roscón de Reyes con que en España se celebra ese día" Le he contestado: "¿De verdad? ¿En mi casa se celebró una tarde de Reyes? ¡Yo no tengo ningún recuerdo de eso! ¿A quién le habré podido encargar un Roscón?" Y ella ha dicho: "Hasta ahí no sé, pero había tanta gente que al menos habrán sido 10 o 12 los Roscones que encargaste" ¡Me he quedado de una pieza! Yo sigo pensando, intentando traer un recuerdo de aquello y no tengo tan siquiera la memoria de que en mi vida haya habido un simple regalo en esa fecha. El 24 de Diciembre y el Niño Jesús siguen siendo la fecha de la ilusión. No hay más. Y aquí sigo sintiendo cierta envidia de aquellos que tienen un día más para ser felices...
E.H.L.
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Solo el rugido de los truenos podía hacerla salir de su mundo en las noches de tormenta. Creía que todo podía ser posible si lo escribía en una hoja de papel, creía que los personajes de los cuentos vivían al otro lado y esperaban impacientes a que alguien les hiciera cobrar vida. Soñaba, y creía que todos sus sueños eran reales. Creía que los animales la entendían cuando les hablaba, que las flores crecían para perfumar la vida, creía que todo su mundo, el mundo que su madre había construido para ella, era real. Era una niña feliz. Jugaba a los cacharritos, a la comba, al boliche… y aquella noche esperaba que los Reyes Magos le trajeran una compañera, una muñeca con la que compartir sus juegos, era su sueño, su único deseo, el deseo de una niña de seis años. Al despertar encontró al lado de su cama unos zapatos, pero no eran los zapatos de la muñeca que tanto deseaba, eran unos tenis grandes, demasiado grandes para ser de una muñeca, eran para ella. Su madre se acercó y simplemente le dijo que era lo bastante mayor para saber la verdad: los Reyes Magos no existían, aquel era un mal año y no había dinero para sueños, necesitaba unos zapatos para ir a la escuela y eso era lo único que habían podido comprarle. Hoy miro desde la ventana de los recuerdos la cara de aquella niña, siento en mi pecho como su pequeño corazón sufrió la primera gran decepción de su vida. La sigo en el tiempo y la veo llenar de regalos a su hija pequeña y preguntarse cada día qué pasará cuando crezca y descubra que le ha mentido. Los sueños son otros, las ilusiones no son las mismas y para su hija será otra verdad la que la ponga ante la gran decepción de su vida, pero esa es su historia.
Ana Lourdes Pérez Cabrera
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El día más mágico del año
Cada año revivo el Día de Reyes como una vuelta a la niñez. Los problemas y adversidades de la vida cotidiana desaparecen y siento que una luz brilla en mi interior y me muestra que todo es posible. La ilusión ya puede palparse desde el día anterior con las entrañables cabalgatas. En la víspera de Reyes, me llegan a través de la televisión las voces y rostros de miles de niños y niñas que son el reflejo unánime de la alegría. Cierro los ojos, sonrío y me repito a mí misma: “¡Yo también fui niña!”, y mi memoria se deja llevar lentamente. Mis recuerdos retroceden a aquellos bellos momentos en los que recorría las calles de Las Palmas de la mano de mi madre, esperando entregar la carta que tanto había anhelado dar personalmente a Baltasar, mi rey favorito. Sin apenas notarlo, mi risa de júbilo empieza a mezclarse con la felicidad infantil, con las caras ilusionadas que observo en la pantalla. Tras la emoción del cinco de enero y los nervios de la noche, por fin llega el gran día y aunque pasen los años siempre sentiré el mismo entusiasmo. Es maravilloso levantarse temprano para descubrir si los regalos que había recibido eran los que prefería y los que había pedido. Si miro atrás con nostalgia, recuerdo con especial cariño la primera muñeca que me trajeron los Reyes o la primera bicicleta. No hay palabras suficientes para describir las sensaciones que albergaba mi corazón. Ahora como adulta disfruto de estos momentos con una doble alegría. Por un lado, me hace muy feliz desenvolver mis propios regalos y dar las gracias a mi familia y a las personas de mi entorno por tanto afecto. Por otro lado, me siento especialmente ilusionada cuando mi familia abre los detalles que les han regalado. Es tan gratificante pensar en los demás, acordarse de tener un gesto hacia las personas que nos importan y que nos devuelvan ese cariño en forma de agradecimiento infinito. Son instantes de la vida que no tienen precio.
Jenifer Déniz Rodríguez
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Reveladora noche de reyes
Esa noche del 5 de enero corría de nuevo la emoción por cada poro de mi piel. Maraña de nervios e ilusión, aleteo de mariposas en el estómago. Recuerdo que ya no era tan niña pues estaba en ese momento de debate interno, resonaba en mi mente con fuerza las dudas colectivas ¿Cómo pueden llegar en una noche a todas las casas? ¿Cómo pueden leer todas las cartas? y esa afirmación que derrumbaba mi mundo de fantasía y ensoñación… “los reyes son los padres”. Pero mi Peter Pan interior aleteaba fuerte. Colocamos con esmerada delicadeza cada par de zapatos, el ágape para sus majestades y agua para los camellos. Acometido el ritual, busqué en la mirada de mi madre respuesta a mis dudas. Ya en la cama, pensamientos iban y venían, cobraba fuerza la idea de la imposible existencia de ese mundo de fantasía y mi oído amplificaba cada sonido del hogar… En la oscuridad de la noche desperté, percibía algún lejano sonido. Sentía fuerte la necesidad de resolver el misterio. Era el momento. Me armé de valor para levantarme y asomarme por la puerta al salón y encontré la respuesta a mis dudas. Sus capas eran coloridas y brillantes, sacaban los regalos de una bolsa de tela y los distribuían ente susurros… justo cuando Baltasar se giraba hacia mí me desvanecí sigilosamente por el pasillo hasta mi cama. Respiré profundo y sonreí.
Pat
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Noches de Reyes
Hasta donde yo recuerdo, los días previos a esa noche ya eran diferentes. El ambiente navideño que se respiraba, tanto en casa como en la calle, ya te preparaba para recibir a los Reyes Magos; con muchos nervios, curiosidad, expectativa. En definitiva, una noche muy especial. Se unían diferentes sensaciones; se mezclaban la inocencia, la ilusión, la inquietud y el miedo por verlos en algún momento. Recuerdo que alguna vez, de madrugada, me asomé por la ventana porque veía sombras y oía ruidos. ¡Qué ilusión más grande! Escribía la carta con límites de peticiones porque había que compartir para que otros niños también recibieran regalos.La creencia se completaba porque cada regalito tenía una nota correspondiente, haciéndome valorar y cuidar aquello regalado. Solo el hecho de pensar que los Reyes me escribían personalmente aquellas notas, con sus propias letras, era lo más increíble que me podía pasar. Algo único e irrepetible en mi vida. En mi casa se mantuvo durante muchos años la ilusión de los Reyes Magos, cosa que agradezco mucho porque para un niño es algo extraordinario. Tengo muy buenos recuerdos que guardo con mucho cariño y emoción porque, además de enseñarme el valor de las cosas, me sentía privilegiada respecto a otros niños. Doy gracias por ello. En la actualidad sigo escribiendo una carta de deseos a nivel mundial para que se les cumpla a los niños lo que pidan. Que las personas tengan valores, respeto, tolerancia. Que sepamos relacionarnos mejor, que nos escuchemos más, que no haya tanto individualismo, que haya más bondad y comprensión y que se resuelvan los problemas de la índole que sea. ¡Muchas gracias, Gaspar! Hasta el año que viene.
María del Pino Bolaños Montelongo