"Quiero quitarme la vida": Cecilio Hernández, once años esperando por una residencia y viviendo con 300 euros

Cecilio Hernández cuida cada día con mimo de su mujer, con más de ochenta años y un alzheimer diagnosticado desde hace casi veintidós años. El matrimonio sobrevive con una pensión de trescientos euros que cobra Cecilio y hasta ahora, con la ayuda de la Pensión No Contributiva (PNC) que cobraba su mujer. Un problema burocrático les ha dejado sin ese ingreso, no obstante, ahora malviven con tan solo trescientos euros y llevan once años esperando por una plaza en una residencia. En Canarias hay un déficil de 8.000 plazas residenciales y es la comunidad con menor número de camas en relación a la población mayor de 65 años. También es la comunidad donde más se ha incrementado, según la asociación de Gerentes y Directores de Servicios Sociales. La historia de Cecilio salió a la luz gracias a un reportaje de la periodista Vicky Luis en Televisión Canaria y ha conmocionado a las islas, aunque desgraciadamente, está lejos de ser la única. «¿Por qué Dios me ha dado esto a mí? No puedo más, no tengo fuerzas, solo tengo ganas de quitarme la vida, así de claro», afirma Cecilio mientras muestra afecto hacia su mujer, que ya prácticamente no le reconoce. «Me siento impotente, no puedo seguir luchando. No puedo comer con 300 euros, esta persona necesita pañales y yo no tengo ni para tomarme un cortado. Esto es triste y lamentable, no hay humanidad, no hay corazón», explica Cecilio Hernández a la televisión pública. La Plataforma de Familiares y Usuarios de las residencias en Canarias ha solicitado la intervención inmediata de los servicios sociales ante lo que considera una situación intolerable. «Que Cecilio sea una persona de 85 años a Candelaria, de 82 años es una situación en la que los servicios sociales deben intervenir y que entre inmediatamente en un centro», explica Olga Rocío, su portavoz. «Estar esperando once años por una residencia es una situación que no puede ser», añade. «No pueden estar sucediendo este tipo de situaciones, no podemos tener a un señor de 85 años diciendo que quiere desaparecer de este mundo porque se encuentra impotente ante esta situación», añade Rocío. Candelaria tiene a su disposición un centro de día desde el año 2016, combinado con una prestación económica de 426 € para ayuda a domicilio. Se ha revisado su Plan Individualizado de Atención (PIA) y se le ha incluido en lista de espera de atención residencial, pero sigue a la espera de su plaza. La Directora General de Dependencia del Gobierno de Canarias, Marta Arocha, sí ha celebrado los datos del IMSERSO, que reflejan un incremento con respecto al año pasado. Tras un largo estancamiento e incluso un retroceso en la gestión de la Ley de Dependencia, los datos reflejan ahora un ligero despegue desde la llegada de Marta Arocha. «Los Planes Individualizados de Atención (PIA) que suponen el verdadero reconocimiento del derecho a la Dependencia se elevaron en Canarias un 29,5% en el año 2022 respecto al año 2021», explica Arocha, un dato por encima de la media nacional. Sin embargo, la situación sigue siendo crítica en las islas y casos como el de Cecilio y Candelaria son el ejemplo más claro. Las personas dependientes esperan 1.084 días para que se le reconozca el derecho a la alguno de los recursos contemplados en la Ley de Dependencia en Canarias. María tiene un hijo de diez años y cuida de él y de su madre al mismo tiempo. «Ella no puede estar sola, no es capaz ni de ir al baño sola porque no es capaz de hacer sus necesidades sin ayuda. Contamos con personas que vienen, que le echan un vistazo y le ayudan con la comida, vecinos y amigos, pero no se puede vivir así», denuncia María. El deterioro cognitivo de su madre avanza a toda velocidad y siguen sin una respuesta del Gobierno de Canarias para que su Eladia del Río pueda optar a una plaza en una residencia pública.

"Quiero quitarme la vida": Cecilio Hernández, once años esperando por una residencia y viviendo con 300 euros

En Canarias hay un déficil de 8.000 plazas residenciales y es la comunidad con menor número de camas en relación a la población. Cecilio Hernández lleva once años esperando por una plaza para su mujer y ya no puede más: amenaza con quitarse la vida en la televisión pública

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