Sobre pérdida de productividad y aumento de la pobreza
EL ENFOQUE 6 FEBRERO
02:05
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Santa Cruz de Tenerife
Aunque aún no se han hecho públicos los datos que reflejan la contabilidad regional española, en 2022, ya se admite claramente que a pesar del aumento del empleo en las islas hasta el mes de enero (en enero el incremento sufrió un frenazo importante) el PIB canario ha quedado este pasado año por debajo de los 47.000 millones del año previo a la pandemia, el 2019. Los números de CEOE, que vienen coincidiendo con los que finalmente ofrece el INE, plantean que la diferencia entre el PIB de 2019 y el del año pasado va a rondar los 1.840 millones, más del doble de lo que prevé el Gobierno en su opción más optimista.
Al final, no se trata sólo de que nos siguen mareando con las cifras, vendiéndonos lo que les conviene. Lo que se trata es de evitar que los ciudadanos perciban la realidad más preocupante de la economía canaria en estos momentos: que vamos cuesta abajo y sin frenos. Hay más gente produciendo de la que había en ningún otro momento de nuestra historia, pero lo producido en 2022 sigue teniendo un valor inferior a lo producido en el año 2019. En 2019 cada trabajador producía algo más de 52.000 euros, ahora produce 6.700 euros menos. No es algo nuevo, ni es sólo responsabilidad de este gobierno: desde hace dos décadas, en la economía de las islas se producen tres fenómenos encadenados a los que nadie parece interesado en poner freno: el primero es que la región pierde capacidad para producir riqueza y se empobrece –lo demuestran todos los estudios sobre pobreza de entidades independientes-, el segundo es que como resultado de ese empobrecimiento, que no se da igual en otras regiones, Canarias se separa de la renta media española a gran velocidad –hemos pasado de estar en el 99 por ciento de la renta media española a estar por debajo del 75 por ciento en lo que va de siglo-, y el tercer fenómeno es que ese empobrecimiento en Canarias es muy injusto: afecta a las rentas de los más pobres, mientras que los más ricos siguen manteniendo intocadas sus rentas altas.