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Tribunales | Actualidad

Piden seis años de prisión para un hombre que enterró viva a una perra para dañar a su expareja

Los hechos ocurrieron en Granadilla de Abona (Tenerife) y el animal pudo salvar la vida gracias a unos vecinos

Un perro con su dueña.

Un perro con su dueña.

Santa Cruz de Tenerife

El Juzgado Número 2 de Granadilla de Abona (Tenerife) ha finalizado la instrucción de un espeluznante caso de maltrato animal. Fuentes judiciales han informado a la SER que los hechos ocurrieron en el citado municipio sureño cuando unos vecinos advirtieron que de una finca salían unos aullidos apagados. Cuando se acercaron pudieron comprobar cómo una perra intentaba sacar el hocico para respirar ya que se encontraba semienterrada en una fosa. La Guardia Civil se hizo cargo de las pesquisas y se logo determinar la autoría de los hechos. La investigación reveló que los autores fueron dos personas quienes intentaron envenenar a la perra y la enterraron viva.

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Los presuntos autores, ahora investigados, son la expareja de la propietaria de la perra,raza labrador de nombre Pimky, y una mujer con la que había iniciado una nueva relación. Los investigadores sostienen que tras el caso de maltrato subyace otro de Violencia de Género, ya que incluso el presunto autor ya había sido condenado con anterioridad por violencia machista en 2014, siendo condenado a 9 meses de prisión.

"Te voy a demostrar lo hijo de puta que soy"

El hombre fue condenado por amenazas a su expareja con quien convivía con Pumky en el municipio de Granadilla de Abona. En aquella ocasión el hombre le dijo a su expareja: "te voy a demostrar lo hijo de puta que soy por las malas. No me conoces y ahora me vas a conocer". La amenaza se cumplió poco después pero descargando la violencia en lo que más quería su expareja: la perra Pimky. Según los forenses veterinarios que intervinieron en el caso, los investigados cogieron a la perra y le inyectaron un vial de insulina con el objetivo de acabar con su vida, lo que le provocó un coma diabético al animal. Posteriormente, excavaron una fosa y enterraron a la perra inconsciente. Gracias a la intervención de unos vecinos Pimky pudo salvar la vida aunque le quedaron secuelas físicas y lesiones permanentes como la ceguera debido al coma diabético. Del mismo modo, Pimky presentaba heridas graves en la zona del cuello ya que intentaron quitarle el chip, en un intento de ocultar la identidad de la perra, con un cuchillo.

La acusasión particular considera tanto al hombre como a su pareja como autores de tres delitos de maltrato animal con agravante y solicita la pena de seis años de prisión y 36 meses de inhabilitación. Por su aprte la Fiscalía pide un año de prisión por maltrato y tres años de inhabilitación para tener o trabajar con animales.

Un modo de violencia habitual

Hasta hace muy poco tiempo, el maltrato animal no estaba tipificado como delito penal grave y se consideraban a las mascotas prácticamente como seres inanimados. En el caso de las variantes de violencia machista, los investigadores han puesto el foco en una práctica que es más habitual: el ejercicio de violencia de género mediante la utilización de las mascotas. Según estudios recientes, más del 30 por ciento de las mujeres que ha sufrido violencia machista tenían mascota y más de 80 por ciento han manifestado que su agresor ha ejercido violencia contra sus mascotas con la única finalidad de hacerles daño.

Debido a esta realidad, desde 2020, la Dirección General de Derechos de los animales y el Observatorio de Violencia hacía los Animales y en colaboración con el Ministerio de Igualdad se ha puesto en marcha el programa VIOPET. Se trata de un programa de atención y acogida para animales de víctimas de violencia machista, aunque también se atienden casos de violencia intrafamiliar o paterno filial. Se establece un servicio de atención 24 horas de los casos provenientes directamente de víctimas o recursos municipales, fuerzas y cuerpos de seguridad relacionados con animales de mujeres víctimas de violencia machista. Los animales se mantienen preferentemente en casas de acogida voluntarias, a las que el equipo de VIOPET mantiene constantemente atendidas. Además, la información que se ofrece a las víctimas de forma frecuente sobre sus animales, pasa siempre a través de VIOPET, con el objetivo de mantener el anonimato y la seguridad de la casa de acogida, del animal y de la propia víctima

 
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