Essaouira, el renacer de Mogador
El antiguo centro neurálgico de Marruecos recupera su latido comercial y turístico estrenando rutas aéreas como las que ofrece Binter durante la época estival
Essaouira
A 663 kilómetros del Archipiélago o a hora y media de vuelo, Essaouira ve renacer a la antigua Mogador. Considerada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, la pequeña gran joya de Marruecos recupera en 2023 su potencial geoestratégico entre Europa, África y América, aquel que perdió durante sus siglos de Historia a medida que crecía Casablanca. Adentrarse en su Medina, degustar sus famosas sardinas o disfrutar de sus numerosas galerías de arte es hoy más sencillo gracias a la nueva conexión semanal que la aerolínea Binter acaba de estrenar y que ofrece cada sábado durante la época estival. Un trayecto que sirve, además, para reforzar vínculos Canarias-África y que se estrena en un mes en el que Essaouira da la bienvenida al verano con el Festival Mundial de Música Gnaoua único en el mundo y que reúne cada año a más de medio millón de aficionados.
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Flanqueada por murallas, por su Medina han pasado fenicios, romanos, cartagineses, Orson Wells y Jimi Hendrix y hasta la mismísima serie de Juego de Tronos. Ejemplo de convivencia de culturas y religiones, en Essaouira se dan la mano judíos y musulmanes en la Casa de la Sabiduría, uno de los tantos lugares que atesoran sus calles laberínticas pintadas de azul cielo con olor a pescado fresco y donde las colonias de gatos ganan terreno a vecinos y turistas.
Para sumergirnos en su ambiente bohemio hay que hacerlo sin prisas y basta con entrar por algunas de sus siete puertas. Es una medina sencilla, sin orden ni concierto, que esconde viejos zocos, mezquitas y mercados de carne o pescado. Su corazón lo guarda la plaza Moulay Al Hassan en la que se vislumbran aún los restos del antiguo palacio real y en la que turistas y locales se sientan en sus terrazas para disfrutar de un buen té árabe.
Su Puerto, el tercero de sardina más grande de Marruecos, es un festín de olor, ajetreo y subastas de pescado. Marruecos en esencia. Adornado de barcazas azules y gaviotas, es uno de los puntos comerciales con más afluencia de la ciudad y que, si hace buen tiempo, invita a los jóvenes y niños a zambullirse en el agua desde los embarcaderos ofreciendo una de las postales más reclamadas.
Desde el siglo XVIII, corazón artesano de Marruecos
Sin duda, otro de los puntos fuertes de uno de los cascos antiguos más bonitos de todo Marruecos es su comercio de artesanía: desde el de madera de cedro, que ha hecho que Essaouira alcance reputación mundial desde el siglo XVIII, pasando por las joyas o el de productos elaborados con rafia, hasta el de alfombras y telares bereberes y sin olvidar el de aceite de argán.
Rodeada de mar, Essaouira poco o nada tiene que envidiar a otras cunas del windsurf o kitesurf mundiales, con permiso de Canarias. Atraídos por cabalgar sus olas y por la intensidad de los alisios, cientos de deportistas y turistas aterrizan cada año en la playa de Tagharte, la principal de la ciudad y que se extiende desde el puerto hacia el Sur por más de dos kilómetros de arena fina y dorada y con sombrillas de paja.
Pero Essaouira no sólo es puerto, playa, artesanía y patrimonio arquitectónico y cultural. También gastronomía. Su oferta va más allá de los puestos callejeros donde comer sardina asada, tunos, o incluso sopa de caracoles. Pastelerías centenarias venden a destajo sus famosos ℎ𝑎𝑙𝑎𝑢𝑖𝑦𝑎𝑡 y para los más sibaritas brinda lugares 𝑡𝑟𝑒̀𝑠 𝑐ℎ𝑖𝑐 para comer o cenar como el restaurante del l'Heure Bleu o el Beytt Mogador con su deslumbrante atardecer.
Sin duda, soplan nuevos vientos para Essaouira.