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La mayor colección de radios antiguas de Canarias, en peligro: "Dejé de fumar para comprar 400 receptores"

El tinerfeño Bladimiro Regalado pide ayuda al Gobierno de Canarias y Cabildo de Tenerife para montar un museo dedicado a las ondas: "Ya no compro ninguna, he perdido la ilusión y valoro cederlas gratuitamente"

La mayor colección de radios antiguas de Canarias, en peligro: "Dejé de fumar para comprar los 400 aparatos de radio"

La mayor colección de radios antiguas de Canarias, en peligro: "Dejé de fumar para comprar los 400 aparatos de radio"

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Santa Cruz de Tenerife

"Radio que vea, radio que rescato". Aquel fue el juramento que se hizo, a sí mismo, Bladimiro Regalado nada más llegar a la ciudad de Kalmar. Era un migrante recién llegado a Suecia y todo era nuevo para él. Pero la noche de San Juan no era muy distinta a la que se celebraba en su Tenerife natal. Los vecinos se reunían, llevaban algunas de sus pertenencias y las prendían frente al asombro de todos aquellos que buscaban alejar los aspectos negativos del pasado. Pero le llamó la atención una imagen. Una montaña de una veintena de radios esperando su turno para quemarse en la hoguera. Frente al calor de las llamas - y valga la paradoja- aquella imagen, le heló el corazón.

"Estaban amontonadas en una esquina, era de madera, grandes y lucían intactas", recuerda el técnico hidráulico ahora jubilado. Fue entonces cuando le preguntó al guardián si podía rescatarlas. "Me dijo que no, entonces le prendieron fuego", recuerda con tristeza. Aquel día fue el comienzo de la mayor colección de radios antiguas de Canarias y una de las más extensas de todo el país. En una pequeña habitación del sur de la isla, guarda "un pedacito de una historia que ya no volverá". Son unos 400 aparatos, de madera la gran mayoría, y que ha ido recopilando durante más de cuatro décadas.

"Estaba loco, dejé de fumar para comprar radios, en Suecia el tabaco era carísimo y pensé que un paquete diario suponían dos radios", recuerda un Bladimiro que había llegado a Suecia en busca de un futuro mejor. En el sur de Tenerife, en Los Cristianos, trabajaba como reparador y vendedor de radios hasta que interpretó "que aquello no daba dinero". Por eso decidió vivir junto a su novia en el norte de Europa y ganarse la vida como técnico de aguas y tuberías. Pero, el dinero que ganaba, se convertía en aparatos de radio.

"Al principio mi mujer me decía que estaba loco, yo le decía que no se podían tirar, ella decía que hacían mucho bulto entonces le obligaba mirarlas y le preguntaba si no le parecían bonitas, poco a poco fue entrando", rememora Bladimiro. De hecho, algunas de esas reliquias han llegado gracias a ella. "Le dice a los amigos que se acuerden de mí si ven alguna radio", comenta entre risas. Y es que este portuense de nacimiento se ha recorrido el centro del viejo continente, en sus mercadillos, especialmente, en busca de radios antiguas. Aunque algunas formas de conseguirlas no fueron del todo lícitas.

"Me metía dentro de la basura"

"Llegué a meterme dentro de contenedores de basura, callado la boca, para sacarlas, cuando tenía la furgoneta de la empresa me metía dentro de los cubos y de los vertederos, sin que me vieran los guardianes", señala no sin cierta nostalgia, ni humor. "Pero eso está prescrito ya", matiza entre carcajadas. Cada verano, cuando tenía vacaciones, Bladimiro transportaba sus radios antiguas desde Suecia a Tenerife. Pero no lo hacía en avión, sino por carretera. "Yo venía con los furgones cargados para la isla, compré uno viejo de gasolina y los transportaba, de Suecia a Cádiz o a Huelva, ese viaje lo he hecho unas 40 veces, entre ida y vuelta, tardo unos seis días", precisa.

En su pequeño remanso, que no deja de ser su particular museo, tiene la gran mayoría de esas radios, pero no todas. Algunas aún están en Suecia. "Cada vez que vuelvo de Kalmar traigo radios, grandes o pequeñas, pero alguna cae, allá tengo unas siete u ochos todavía, pero traigo las que no están repetidas, y aunque lo estén no quiero perderlas porque esa historia no vuelve más en la vida", apunta. Preguntado por su motor para recopilar estos aparatos, Bladimiro reconoce que no lo hace tanto por él, sino por la generación que lo precede. "Alguien tiene que decidirse de guardar una historia que le pertenece a la gente mayor, sin esto, sin la radio, no se podían informar", comenta con relativa frustración.

La radio de Hitler

En la infancia de Bladimiro faltaron lecciones en la escuela, pero jamás tardes de radio. "En mi casa la televisión no se veía, no hubo nunca, solo se oía la radio, escuchaba Radio Club Tenerife, por ejemplo", rememora no sin añadir que le debe todo a las voces que salían desde dentro de aquellas cajas que tenía en las habitaciones de su casa. "No significa que sea tonto, sé leer, sumar, dividir y restar gracias a esto", comenta al mismo tiempo que golpea una de las radios que preside su garaje. Su radio más antigua es de 1896, más antigua incluso que la propia radio en España.

Ese ruido era metálico, de hierro, concretamente, y se corresponde con una radio alemana previa a la II Guerra Mundial. "Tengo la que fue la radio de Hitler, en Alemania decidieron hacer el Volkswagen, el coche del pueblo y entonces, Hitler decidió que también debía haber una radio del pueblo, así que liberó el modelo y las empresas la empezaron a fabricarlo", explica antes de enseñar otra radio con vínculo militar. "Esta es una caja de munición militar, la abres y es una radio, podías escuchar al enemigo, si te detectaba, sacabas la radio y dejabas la caja militar, no podían acusar al bando rival de estar escuchándolos", comenta.

"Ni Gobierno de Canarias, ni Cabildo, ni ayuntamientos de la isla, he tirado la toalla para hacer un museo"

Considera que todas son sus "hijas" por lo que no podría quedarse con una. "Si mi casa se quemara, yo me quemaría dentro, lo tengo claro", explica mientras las mira emocionado. Algunas esconde historias curiosas. Destaca una, aparentemente, caja registradora, con sus botones y palancas. La vio en un mercadillo y no le dio importancia, hasta que le dijeron que era una radio. "Al ver la palanca dije, venga, para Tenerife", recuerda. Su colección es única, tanto es así que tiene un modelo de la marca AGA del que solo quedan dos en el mundo. "La gemela está en un museo de Estocolmo, pero tiene el altavoz rajado, yo nunca me he puesto en contacto para decirles que tengo una y además intacta", confiesa con una leve sonrisa.

¿Y qué va a pasar con esta colección? Es la pregunta que se hace Bladimiro cada día. Ya ha "tirado la toalla". "Ya no compro ninguna, la ilusión se me está bajando, en vistas de que nadie quiere montar un museo", lamenta. Se ha reunido con representantes del Ayuntamiento de Adeje y Los Cristianos, pero no ha cristalizado ninguna operación. Está dispuesto a cederlas, ya sea gratuitamente o cobrando un alquiler, si se monta un museo dedicado a la radio en la isla. "Ni el Gobierno de Canarias ni el Cabildo están interesados, ¿para qué busco más radios? Es una pena porque quien quiera montar un negocio ganaría mucho dinero", comenta.

Este año, precisamente, se cumple un siglo de la radio hablada en España, con la Cadena SER como decana. En las islas, hace lo propio, aunque con 90 años, Radio Club Tenerife. Por eso Bladimiro espera que sea el motivo perfecto para que las instituciones se decanten por un museo. Mientras espera seguirá con su ritual. "Me gusta hacerme un bocadillo de sardinas y beberme un vaso de vino mientras escucho las noticias, lo que pasa en el mundo o simplemente escucho música, pero cuando empieza el fútbol no, la apago, lo odio, esos chillidos que pegan no no no". Antes que el fútbol escucharía, dice, la radio por el móvil.

La mayor colección de radios antiguas de Canarias, en peligro: &quot;Me tiraba a las hogueras para salvar transistores e incluso dejé de fumar para comprarlos&quot;

La mayor colección de radios antiguas de Canarias, en peligro: "Me tiraba a las hogueras para salvar transistores e incluso dejé de fumar para comprarlos"

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