Los gatos robot llegan a Canarias: así mejoran la vida de las personas con deterioro cognitivo

Santa Cruz de Tenerife

La Asociación de Cuidadoras, Familiares y Amigos de Personas con Dependencia, Alzheimer y otras Demencias (Acufade) ha puesto en marcha en Canarias la conocida como 'roboterapia' para personas con un deterioro cognitivo moderado-grave. Hace tan solo unos días que comenzó este proyecto, tutorizado desde Chile por la investigadora y terapeuta ocupacional Cristina Perdomo, que intentará demostrar los beneficios de esta innovadora terapia en la población del Archipiélago. Su utilidad ya ha sido probada en otros puntos de la geografía, como Estados Unidos, Canadá u otras comunidades de España. En este caso se realiza con autómatas que simulan ser gatos. Ya está siendo probado en dos centros, el de La Matanza y el de La Orotava, ambos en Tenerife.

Hace una semana que Cristina Perdomo se trasladó a la isla para poner en marcha el proyecto. En La Matanza y La Orotava son una terapeuta ocupacional y una psicóloga respectivamente las encargadas de poner en contacto a los usuarios con los gatos robot. A partir de ahora, serán tutorizadas semanalmente por la investigadora. Sin embargo, y aunque es pronto, ya han podido observar algunas reacciones, sobre todo la evocación de sentimientos positivos. Algunas de las personas que han estado en contacto con las máquinas han recordado a los gatos que un día tuvieron y sus nombres. Además, han logrado establecer una interacción visual con las profesionales que les acompañan, algo habitualmente "dificultoso" por su grado de deterioro cognitivo. Hemos logrado que puedan estar situadas en el 'aquí y ahora'", explica Perdomo.

Evocar recuerdos y mejorar la interacción con las cuidadoras

Estos gatos robot cuentan con seis sensores que les permiten desarrollar movimientos. Uno en la zona anterior de la cabeza, a través del cual se percibe el tacto de la persona. "Cuanto más toque la persona la cabeza, más ronroneo y maullido tiene el gato", señala la investigadora. Otro está situado en la mejilla y vinculado al movimiento lateral de la máquina. Un tercer detector tiene la función de interruptor y otro, en la espalda, es el encargado de que se incline hacia detrás para que el usuario pueda tocarle la barriga. En el vientre se suma un nuevo sensor, además de otro situado en la parte posterior de la cabeza. Perdomo destaca algunos beneficios, por ejemplo, en el área cognitiva al evocar recuerdos. También las principales características del gato. "Reconocen si el gato está maullando, que tiene uñas y me puede arañar...".

La investigadora también señala el aspecto sensorial y el funcional. Y es que la 'roboterapia' ayuda a los usuarios a reparar en que el gato debe comer, dormir o si hay que peinarlo. "Al igual que en la vida real, el robot se relaja cuanto más se le acaricia. Si no recibe ningún contacto o sonidos durante algunos minutos, duerme una siesta. Cuanto más se toque y más se le hable, más interacción tiene con la persona. El número de maullidos aumenta, también el movimiento de la cabeza y un movimiento hacia detrás para que la persona pueda tocarle la barriga", señala.

Una herramienta útil a un precio asequible

Antes de empezar la experiencia con las personas dependientes, Acufade ha llevado a cabo una serie de entrevistas con sus familiares para asegurarse de que no ha tenido ninguna mala experiencia con gatos o animales que provoquen un sentimiento negativo. La intención es justamente la contraria, creando una mejor interacción con las profesionales sociosanitarias y garantizando la relajación de los usuarios "cuando existe ansiedad o estrés".

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La 'roboterapia', según recoge el propio Ministerio de Derechos Sociales a través del Instituto de Mayores y Servicios Sociales, es una terapia no farmacológica que consiste en el uso de robots que simulan animales, dotados de inteligencia artificial y múltiples sensores. En el ámbito psicológico, permite la relajación y la motivación. También, desde el punto de vista fisiológico, mejora las constantes vitales. Socialmente, estimula la comunicación entre pacientes y cuidadores. Su coste, apunta Perdomo, no es elevado. Aunque hay robots que pueden alcanzar los 6.000 euros, estos pueden adquirirse por entre 150 y 300 euros en una empresa que justamente tiene sede en Madrid.