Un aficionado a la espeleología encuentra 226 cuentas de collar prehispánicas de un milenio de antigüedad en La Palma
Estaban en un tubo volcánico de la isla, que fue utilizado como cueva funeraria por los antiguos habitantes
Villa de Mazo (La Palma)
Un aficionado a la espeleología ha encontrado 226 conchas marinas de casi mil años de antigüedad acondicionadas como cuentas de collar en un tubo volcánico de La Palma, que fue utilizado como cueva funeraria por los antiguos habitantes de la isla, los benahoritas, y que se daba por expoliado.
El hallazgo se ha producido en el Salto de Tigalate, un yacimiento del municipio de Mazo que ya estaba inventariado en la carta arqueológica de La Palma como cueva funeraria.
Aún hay más restos óseos humanos, a pesar del continuo saqueo que ha sufrido desde su descubrimiento, según han informado este jueves el Gobierno de Canarias y el Cabildo.
La gran mayoría de cuentas utilizadas para esos collares aborígenes están elaboradas con ostrones, así como con otras variedades de moluscos, como conos y lapas. Aún no se ha podido determinar de qué especie animal proviene la cuenta de hueso.
Las piezas estaban escondidas en un fisura lateral del tubo volcánico, envueltas por una fibra orgánica vegetal en avanzado estado de deterioro.
Gracias a que el autor del descubrimiento no alteró ni manipuló el hallazgo, se ha podido datar esa fibra en torno al año 1100 y, con ella, se sabe que los collares también son del siglo XII o XIII.
La datación se completó con pruebas de carbono 14 realizadas a restos óseos recuperados de un espacio funerario próximo a la grieta donde estaban los collares y que arrojaron una antigüedad similar. En concreto, una falange humana y un diente de una cabra o una oveja, procedentes de los siglos XI a XII.
Durante un estudio preliminar, los arqueólogos ha percibido que los colgantes han sido reutilizados, porque muchas de las cuentas tienen doble perforación.
"Hay un desgaste de la perforación original de las cuestas por la erosión provocada por el material al que estarían engarzadas. Al romperse, las repararon", ha explicado el codirector de la intervención, Efraín Marrero, que ve en esas reparaciones "un apego a esos collares, que podrían tener diferentes combinaciones individualizadas".
Esta hipótesis podrá ser resuelta con el trabajo que tiene previsto realizar con esas cuentas la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPG), que será la institución académica encargada de estudiar las huellas y utilidad de esas piezas.
Efraín Marrero ha explicado que este depósito de cuentas es "un hallazgo excepcional" por el lugar donde estaba, en el fondo de un tubo volcánico a más de 100 metros de profundidad, donde no llega la luz del sol. "Quien lo dejó allí no quería que nadie lo encontrara", ha conjeturado.
Sin embargo, Marrero ha señalado que el yacimiento "no es único en La Palma", ya que este tipo de piezas de collar elaboradas a partir de conchas marinas son comunes en Canarias, aunque "nunca se había encontrado en tanta cantidad".
El director general de Cultura y Patrimonio del Gobierno de Canarias, Miguel Ángel Clavijo, ha señalado en la presentación del descubrimiento que lo más importante ha sido "que la persona que lo encontró, por casualidad, no tocó absolutamente nada, algo que es muy poco usual".
"No conozco ningún antecedente de alguien que haya mantenido ese equilibrio emocional para llamar a los expertos", ha resaltado Clavijo, que resalta que gracias a los espeleólogos aficionados que realizaron la llamada se ha podido "recolectar toda la información de la que disponen las cuentas, que no es poca".
"El tesoro es la información", ha enfatizado el director general, que considera que se suele "asociar el tesoro con la riqueza, pero en este caso consiste en la información que aporta sobre las personas que vivieron en Canarias desde hace 2.000 años".
Una vez hayan finalizado los análisis y estudios al material encontrado, las 226 cuentas serán expuestas en el Museo Arqueológico Benahoarita de Los Llanos de Aridane.