El hombre que perdió la mano en una batalla fingida: Jacinto Plata Torres

Santa Cruz de La Palma

"Artillero, saca la plomada al cañón, fuego", grita la capitana del barco en tierra firme. El barco de la Virgen imita un antiguo galeón entrando al corazón norte de la ciudad intramuros, en Santa Cruz de La Palma. Frente al barco hay un castillo que responde lanzando salvas y pidiendo explicaciones al navío. "Yo soy la sacra nave de María", responde el barco. Se trata de uno de los números de teatro popular más esperados en la Bajada de la Virgen, que se celebra cada cinco años en La Palma, con la excepción de esta año, para la que han transcurrido diez. Cada cinco años decenas de personas preparan con mimo este número para que parezca real, utilizando pólvora. Es un número peligroso, pero también está vinculado enormemente a los palmeros. Rara vez se producen incidentes, pero Jacinto Plata Torres casi no lo cuenta.

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Una deuda pendiente: el homenaje a Jacinto

Casi nadie recuerda su nombre: Jacinto Plata Torres. La Palma está en deuda con su familia. Jacinto era vecino del barrio de San Telmo, tenía nueve hijos y los sacaba adelante con su trabajo en los atuneros. "También se dedicaba a arreglar calderos, paraguas y a construir juguetes con latas de aceite", rememora su nieta, Celeste Rodríguez. "También se dedicó a la construcción, e incluso participó en la construcción de la cárcel, pero después del accidente solo se pudo dedicar al atunero", añade Celeste. Nadie ha rendido un homenaje a Jacinto Plata a pesar de que se jugó la vida por la Bajada.

Durante la preparación del 'Diálogo del Castillo y la Nave' tuvo un accidente. "Mi abuelo quiso dejar todo preparado para el día siguiente, y al poner la pólvora en los cañones, como seguían calientes, le estalló en sus manos dejándolo discapacitado para toda su vida", recuerda Celeste. El accidente tuvo lugar en el año 1960, por lo que se cumplen ya sesenta y cinco años sin que nada haya rendido homenaje a esta víctima de la pasión por las fiestas. El accidente tuvo implicaciones graves para su vida, afectando gravemente a su capacidad para trabajar y mantener a la familia.

La tarde en la que Jacinto perdió la mano izquierda su familia estaba paseando por la Plaza de la Alameda. "Tuvo una recuperación muy lenta por la gravedad de las heridas. Llegó a tener gangrena, por lo que perdió más tejido de lo que inicialmente se esperaba. Mi familia vive este día de manera muy especial, lo recordamos, hablamos de él y de su vida después de eso", explica Celeste. "Su pasión por estas fiestas era enorme, por eso no se entiende que no haya habido nunca un pequeño homenaje", reclama su nieta.