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La soledad no deseada se intensifica en Navidad y ya golpea con fuerza a los jóvenes en Canarias

El Teléfono de la Esperanza registra un 30% más de llamadas en las Islas que el año pasado y alerta del aumento de jóvenes que piden ayuda

La soledad no deseada sigue aumentando entre la población joven de Canarias y preocupa a los expertos

La soledad no deseada sigue aumentando entre la población joven de Canarias y preocupa a los expertos

Las Palmas de Gran Canaria

Cuando todo invita a celebrar y compartir, hay personas que no pueden hacerlo. Y no es porque no quieran. La soledad no deseada se hace aún más visible en estos días, en Navidad, con una realidad silenciosa que se cuela entre luces, comidas familiares y celebraciones obligatorias. Desde el Teléfono de la Esperanza advierten de un aumento de llamadas en Canarias durante estas fechas y recuerdan que ya no es un problema exclusivo de las personas mayores. Cada vez afecta más a jóvenes, con un deterioro de la salud mental que, según alertan, se sigue arrastrando desde la pandemia.

“La Navidad pone encima de la mesa una problemática que ya existe durante todo el año, pero que en estas fechas se intensifica”, explica José Cabrera, psicólogo y director de la entidad. “Se produce un contraste muy fuerte entre esa felicidad casi obligatoria y constante que parece que hay que mostrar y cómo se siente realmente mucha gente”. Este año han registrado en las Islas un 30% más de llamadas que en 2024, cuando todavía no ha finalizado el año y estos días siempre hay un pico pronunciado de atenciones. Una cifra que confirma que el problema no solo persiste, sino que va a más.

“La soledad y el aislamiento son, con diferencia, la problemática más frecuente en nuestras llamadas”, señala Cabrera. A partir de ahí aparecen también los problemas psicológicos, los conflictos familiares, las dificultades de relación o el duelo por la pérdida de seres queridos, especialmente presentes en estas fechas.

Durante años, este tipo de recursos estuvieron asociados casi exclusivamente a las personas mayores. Sin embargo, el perfil ha cambiado. “Estamos viendo cómo la soledad no deseada destaca especialmente en la franja de población juvenil”, apunta el director técnico. Una tendencia que coincide con los datos de diferentes investigaciones y que también se refleja en el teléfono.

Cada vez más jóvenes piden ayuda, atrapados en la presión de mostrar una felicidad constante en redes sociales y en un mundo virtual que poco a poco va ocupando el espacio del contacto real. “Es muy paradójico”, explica Cabrera, porque “vemos que cuantas más horas se pasan en el mundo virtual, mayor es muchas veces la sensación de aislamiento”. Una soledad que se vive incluso estando rodeados de gente y es transversal a todas las edades.

El psicólogo señala directamente a las consecuencias de la pandemia como uno de los factores clave. “Personas que tenían 13, 14 o 15 años en el momento del confinamiento vivieron una etapa fundamental para el desarrollo del vínculo social sin contacto directo con sus iguales”, explica. “Eso tuvo un impacto importante y todavía estamos viendo sus efectos”.

A ello se suma el modelo que imponen las redes sociales. “Todo el mundo muestra solo lo mejor de sí mismo, una imagen distorsionada”, afirma. “Se ocultan las dificultades reales y eso hace que luego cueste más relacionarse de forma natural y cercana”. Desde el Teléfono de la Esperanza lo resumen con una comparación muy clara: “Perder el contacto social es como dejar de ir al gimnasio. Si pierdes el hábito, cada vez cuesta más retomarlo”. Las relaciones, insiste, “también son el gimnasio de nuestro cerebro”, y cuando no se entrenan aparecen la tristeza, la desafección y la falta de vínculo.

Para adaptarse a esta nueva realidad, la entidad ha puesto en marcha nuevas vías de atención, como un chat escrito digital, pensado especialmente para llegar a la población joven. “Es un canal de comunicación que les resulta más cercano y nos permite tener un primer contacto, escuchar qué necesitan y orientarles sin que tengan tantos reparos a la hora de pedir ayuda”.

El incremento de llamadas ha obligado además a reforzar el servicio. Especialmente en el caso de las personas mayores, el objetivo va más allá de la escucha. “No se trata solo de ofrecer un número de teléfono, sino de ayudar a conectar a las personas con recursos de participación, actividades comunitarias y espacios donde puedan volver a relacionarse”.

Colaboración con las universidades

En este refuerzo está siendo clave la colaboración con estudiantes universitarios de Psicología de las universidades canarias, que participan en la atención y permiten ampliar la capacidad del servicio. “Eso nos ayuda a seguir ofreciendo una atención de calidad y, al mismo tiempo, a formar a futuros profesionales”, destaca. Aunque el volumen de llamadas relacionadas con ideación suicida es menor, Cabrera recalca que es una prioridad absoluta. “Sabemos que hay momentos en los que el nivel de sufrimiento es tan alto que una persona puede pensar en quitarse de en medio”, explica. “En esos casos, la coordinación con los servicios públicos de emergencia es fundamental”.

El Teléfono de la Esperanza recuerda que los números están operativos en ambas provincias: 928 33 40 50 y 922 33 40 50, un recurso disponible para quienes necesiten hablar, ser escuchados o simplemente no sentirse solos, especialmente en unas fechas en las que la soledad duele más.

Carlos Moreno

Carlos Moreno

Periodista de informativos en la redacción de la Cadena SER en Canarias. La radio es compañía, es inmediatez,...

 

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