Ciudad Real y su entorno, tierra de volcanes: la Plaza del Pilar es el centro de un enorme cráter
La provincia cuenta con cerca de 400 edificios volcánicos, lo que ha condicionando el trazado de sus ciudades
Ciudad Real
Al contrario de lo que pueda parecer, Ciudad Real es una provincia que ha ido condicionando su trazado por su pasado (y presente) volcánico. Tal y como nos cuenta en Cadena SER Raquel Méndez, guía oficial de turismo, en la provincia podemos encontrar casi medio millar de edificios volcánicos. Dentro de ella, destaca especialmente el Campo de Calatrava, y también la capital, que está asentada sobre cinco volcanes. Esto se manifiesta en la inclinación de algunas de sus calles, como puede ser la calle Ciruela o la calle Pozodulce que nos conducen hacia el centro de un enorme cráter que se ubica en la Plaza del Pilar -uno de los centros neurálgicos de la ciudad. Méndez señala que, junto a este, los otros dos volcanes que más han condicionado el trazado urbano de Ciudad Real tienen su centro en el Conservatorio de Música y en el Hospital General Universitario.
No muy lejos de la capital -a siete kilómetros de distancia- también encontramos otras zonas con clara evidencias volcánicas. El entorno de Poblete reúne una alta concentración de volcanes: existe, de hecho, un mirador de volcanes en el Cabezo del Rey, donde está la ermita de San Isidro. Se trata de un mirador de madera con una interesante maqueta y un mapa interactivo que, a través de un código QR, nos permite contemplar con el teléfono el mismo paisaje pero en plenas erupciones.
'Curioseando', con Raquel Méndez: Ciudad Real y su entorno, tierra de volcanes
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Los últimos hallazgos en Alarcos revelan algo anómalo
El Parque Arqueológico de Alarcos también se localiza en lo que fue en el pasado una antigua formación volcánica. En este espacio se han llevado a cabo más de 20 campañas de excavación hasta la fecha. La última revela un hallazgo, cuanto menos, sorprendente: una necrópolis íbera de unos 6.000 metros cuadrados, donde se han encontrado más de 100 tumbas -algunas de ellas con restos humanos. Es decir, huesos. Algo que para la época (la edad de Hierro) no es habitual ya que los íberos solían incinerar a sus difuntos y, por tanto, no se corresponde con su forma de enterrar. Otra de las incógnitas aún sin resolver son algunas cabezas cortadas que se han descubierto, que podrían formar parte de un ritual.