Fernando Alcalde, ceramista conquense: “Busco unir la utilidad y la belleza”

Cuenca

Fernando Alcalde (Cuenca, 1958) recibía en el marco de la XLI Feria de Artesanía de Castilla-La Mancha, Farcama, la Medalla al Mérito Artesano de la región de manos de la Junta de Comunidades. “Es como cerrar un círculo porque una de mis primeras salidas profesionales fue a Farcama, en el Hospital de Tavera de Toledo”, nos ha contado este ceramista en una entrevista en Hoy por Hoy Cuenca. “Volver allí para recoger este reconocimiento ha sido muy satisfactorio”.

El primer contacto con la cerámica de Fernando Alcalde fue ya en sus años universitarios. Él estudiaba Geografía e Historia cuando visitó el taller del ceramista conquense de Adrián Navarro, “un encuentro que sirvió para seguir visitándolo, para conocer cómo trabajaba y echar mis primeras horas de torno”. Reconoce que no tiene antecedentes relacionados con la cerámica “ni nada que ver con la artesanía y aquel fue mi arranque”.

El siguiente paso fue la Escuela de Cerámica de Manises, en Valencia, y después abrió ya su taller en Cuenca donde sigue trabajando. Sus piezas están a la venta en la tienda de la calle Alfonso VIII, 27, que abre los fines de semana, y en el Centro de Artesanía de la APTACO en la calle del Trabuco.

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La porcelana

“Considero que todos los barros tienen su encanto pero conocí el gres en la escuela y vi que tenía muchas posibilidades”, explica Fernando Alcalde. “Una de sus características es la temperatura de cocción a 1.280-1.300º lo que me permitía también entrar en el mundo de los esmaltes. La porcelana siempre ha sido un material con cierta complejidad al que hay que llegar, primero hay que conocer el barro rojo, otros materiales que según vas dominando o te quedas en ellos o sigues ascendiendo. Con la porcelana se pueden conseguir resultados realmente apetecibles como la traslucidez y las posibilidades del color en los esmaltes”.

Los esmaltes

“Es un aprendizaje de prueba tras prueba”, dice en referencia al trabajo de los esmaltes. “Me permitía investigar, conocer materiales, avanzar, conseguir cocción tras cocción esos tonos, esos colores, que son tremendamente especiales. En el taller se parte de materias primas y se elaboran los esmaltes a golpe de peso, nada de esmaltes industriales que todo el mundo acaba utilizando el mismo color”.

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Los colores

Destacan en la cerámica de Fernando Alcalde unos colores muy suaves, apenas perceptibles “primero porque la porcelana lo permite al trabajar sobre blanco donde el desarrollo de los colores es mayor”, dice, “y segundo por poder jugar con esos tonos que a la vez te apoyas en lo que vas viendo en la naturaleza, por ejemplo, en el árbol que ves desde tu ventana y que va cambiando con el paso de las estaciones”.

La naturaleza

La naturaleza es una de las grandes influencias en el trabajo de Alcalde. “Me fijo en los colores, en las texturas”, dice, “en ver cómo en la naturaleza se combinan todos los colores y que muchas veces es cuestión de proporción de un color sobre otro y me apetece jugar con eso en el taller para conseguir tonos y texturas”.

El cuenco

El cuenco, como objeto utilitario, aparece ya en las primeras civilizaciones neolíticas, y se sigue elaborando en cerámica en la actualidad con la misma forma y el mismo uso. “Es algo que siempre me ha llamado la atención. Lo vemos en los Museos Arqueológicos, en cualquier cultura”, relata Alcalde. “Un cuenco es siempre lo mismo, básicamente un hueco para recibir un líquido o un sólido en la mano. Y aquí entra todo el juego de las figuras geométricas, un perfil semicircular que puede ser más o menos elevado u horizontal, va cambiando la forma del cuenco pero la esencia es siempre la misma. Me parece una de las piezas más bonitas que hay en cerámica”.

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Utilidad y belleza

“Busco el placer del uso en las piezas”, dice Fernando Alcalde. “Cuando tocas un cuenco, por ejemplo, tienes una serie de sensaciones, desde la temperatura o el tacto del esmalte si es más suave o más áspero, la vista con el color. Me gusta jugar con el uso y con la belleza. Me desanima seguir con una pieza, por ejemplo, cuando ni le veo estética ni funcionalidad y se acaba convertido en un trasto que no nos sirve para nada. Yo busco unir la utilidad y la belleza”.