Tradición y emociones en una procesión de las Turbas de Cuenca sin incidentes
Unos 2.500 turbos preceden al Jesús Nazareno de El Salvador en su camino al Calvario
Las Turbas de Cuenca 2023
La procesión, con puntualidad rigurosa, se ha iniciado a las cinco y media de la madrugada con la apertura de las puertas de El Salvador y la salida de El Jesús. El presidente del Grupo Turbas, Antonio Garrote, ha confirmado que el desfile en su ascenso hasta la plaza Mayor se ha desarrollado "sin incidentes" y ha puesto un “sobresaliente” al cortejo destacando la presencia de muchas mujeres y niños en la Turba. Este año se han acreditado 2.370 turbos y por primera vez, entre las nuevas incorporaciones, ha habido más mujeres y niños que hombres.
Una mujer descendiente de la familia de los Patacos ha portado el guion que precede desde hace dos años a la Turba. Noelia ha reconocido que para ella “es el mayor orgullo que como mujer haya portado por primera vez en la historia este guion”. Ha señalado que la incorporación de la mujer a la Turba es una gran decisión porque “todos tenemos el mismo derecho, seamos hombres o mujeres y entre todos hacemos grande la Semana Santa de Cuenca”.
El presidente de la Junta de Cofradías, Jorge Sánchez Albendea, ha destacado que en la subida hasta la plaza Mayor se han cumplido rigurosamente los horarios y ha agradecido a toda la gente que participa, con su trabajo, en este desfile. Ha afirmado que “sin policía, vigilancia privada o personal de limpieza sería imposible celebrar la procesión Camino del Calvario con el esplendor que cada año recorre las calles de Cuenca”.
Hoy por hoy Matinal Cuenca Provincia (07/04/2023)
Abre esta procesión la Turba que con sus clarines estridentes y sus tambores destemplados simulan al pueblo judío acompañado a Jesús camino de El Calvario. Tras los paso de Nuestro Padre Jesús Nazareno de El Salvador y la Verónica, le siguen en el cortejo San Juan Evangelista “el Guapo”, El Encuentro de Jesús con su madre y cierra el cortejo La Soledad de San Agustín.
García-Page en la procesión
El presidente de Castilla-la Mancha, Emiliano García Page, ha seguido la procesión desde el balcón del Ayuntamiento. Ha reconocido que está "enamorado de esta procesión porque si todas las que se celebran en Castilla-La Mancha son espectaculares ésta la singularidad de romper la solemnidad y ser una lección de vida". Ha afirmado que "desde el Gobierno regional se va a apostar por las tradiciones y las raíces culturales que tanto aportan a la región, como demuestra el que esté durante esta Semana Santa llena de visitantes".
El alcalde de Cuenca, Darío Dolz, ha valorado l"a falta de incidencias en esta procesión" que ha achacado "a la concienciación de todos: tanto turbos como visitantes en una noche en la que Cuenca duplica su población".
Una madrugada de tradición y emociones
Cuenca ha vuelto a vivir, a vibrar, a latir en el amanecer de este Viernes Santo con el desfile de las Turbas. Ha sido una mañana intensa de emociones. Si hay algo que se nos da bien a los conquenses son las procesiones y esta de Camino del Calvario en particular ya que es la procesión de todos.
Todo comenzaba a las cinco y media de la mañana, con puntualidad rigurosa, cuando se abrían las puertas de la iglesia de El Salvador para el inicio del desfile. En la calle, los turbos, 2.370 acreditados, tocaban con brío sus tambores destemplados para marcar el camino del Nazareno hasta el Calvario. Representan la burla de la Pasión, el escarnio que sufrió Jesús de Nazaret según cuentan los Evangelios. Clarines estridentes han resonados por las esquinas, por las plazuelas, por las empinadas calles del casco antiguo de Cuenca.
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En la procesión Camino del Calvario desfila también la hermandad de San Juan Evangelista. Con el acompañamiento de la Agrupación Musical La Concepción de Horcajo de Santiago. Y cierra el desfile, ya en un absoluto y respetuoso silencio, la Soledad de San Agustín. La banda de música de Villamayor de Santiago le ha interpretado, en su salida, La Madrugá. Poco después, los últimos herreros de Cuenca han encendido la fragua para calentar a la Virgen y cantarle un motete al ritmo del toque del yunque.
Después, todo lo demás, lo de siempre y lo que cada año es distinto, las emociones, el encontrarse con los amigos y compartir lo que es tan de Cuenca, salir en las Turbas, echar una clariná en recuerdo del abuelo, caminar en las filas de nazarenos, bajo el capuz, y pensar en eso, en lo que cada uno sabe; dejar un momento la procesión y acercase a casa a levantar a los niños para que ellos también se incorporen después a la procesión con su pequeño tambor.
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Y subir las cuestas, las curvas de la audiencia, entrar en la anteplaza donde los banceros de San Juan bailan el paso como piden los turbos. Buscar un hueco en una plaza Mayor abarrotada, el retumbar de los tambores y el silencio, de nuevo, para recibir a la Soledad, para acompañarla en el dolor de una madre que ve a su hijo desfilar entre la burla. Y de bajada el Miserere y el ¡ay, que se va, que se va!
Cuenca ha vuelto a interpretar esta mañana su mejor función, la que cada conquense aprende desde pequeño, desde que empieza a latir su corazón al ritmo del tambor de las Tubas.