El frío, las cañadas y mil ovejas: un día con el último trashumante de Cuenca
Manolo Cardo, ganadero de la localidad conquense de Vega del Codorno afronta durante el mes de noviembre el viaje con su ganado ovino hacia los pastos del Valle de Alcudia
Un día con Manolo Cardo, el último trashumante de Cuenca
Cuenca
A las seis y media de la mañana suena el despertador en el campamento de los Cardo. Aún es de noche. El rocío escurre por el exterior de la lona de la tienda de campaña. Fuera hace frío. Hay silencio. Apena si se oye el roce de algunas hojas mecidas por el viento en los chaparros que bordean la cañada. Junto a las tiendas, el rebaño de ovejas, arremolinado, hace frente a las bajas temperaturas previas al amanecer con el calor corporal de sus semejantes.
Por antiguas veredas
Así comienza un día más para la cuadrilla que acompaña a estas 1.400 cabezas de ganado ovino hacia el sur. Es la trashumancia. El traslado de las ovejas desde la Serranía de Cuenca hasta el Valle de Alcudia, en Ciudad Real. Son 400 kilómetros de camino que los Cardo tienen previsto hacer en 23 días, en etapas de unos 20 kilómetros. La ruta sigue las antiguas veredas que atraviesan Castilla desde hace siglos. Comienzan a caminar por la cañada de Rodrigo Ardaz hasta juntarse con la de Los Chorros que viene desde la provincia de Teruel y que continúa hasta la altura de Socuéllamos, en Ciudad Real, donde pasan a la cañada real Conquense. Esta vereda sigue hasta Manzanares donde toman la Soriana Oriental hasta Puertollano. Después, el cordel de la Alcoba y el de la Virgen de la Antigua les llevarán a su destino.
Más de tres semanas de ruta
Desde que salieron, el pasado 1 de noviembre, han tenido días de lluvias y las primeras heladas de un otoño que empezó cálido pero que va anunciando al invierno próximo con las escarchas matutinas.
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“Una vez que te pones en machar hay que soportar lo que venga”, reconoce Manolo Cardo, el veterano ganadero de Vega del Codorno (Cuenca) que afronta este año su decimoquinta trashumancia a pie. El inicio del viaje se decide “con la llegada del frío a la Sierra, con los pastos ya agotados y calculando también el tiempo para que las ovejas lleguen a parir a las fincas. Allí estaremos hasta junio. La vuelta la haremos entorno al día 5 o al 10.
En busca de pastos
La trashumancia se hace para aprovechar los pastos de zonas menos frías en latitudes más meridionales. “Hay ganaderos que llevan las ovejas o las vacas a fincas de Extremadura, de Andalucía, algunos a Alicante. Nosotros llevamos unos 35 años afincados en el Rincón de Mestanza”, apunta Manolo que paga un alquiler “y no poco”, dice, por el uso de los pastos, pero si no fuese por la trashumancia se tendría que enfrentar al duro invierno de la Serranía de Cuenca. “Para nosotros, con la cantidad de ganado que tenemos, quedarnos en el pueblo es muy dificultoso porque necesitamos muchas instalaciones, las parideras dan muchísimo trabajo, los corderos en los establos siempre se mueren más que en el campo. No tendríamos tantos animales. Por eso preferimos hacer la trashumancia aunque los pastos sean caros. Nos compensa una cosa con otra”.
Toda la familia en ruta
La expedición de los Cardo la conforman cuatro personas. Con Manolo va un acompañante de Masegosa. Los dos a caballo. Siguiendo el paso de las ovejas, a pie “van mi hijo y su novia”, dice. Completa el grupo un coche de apoyo.
Este ganadero lleva más de 40 años haciendo la trashumancia. Ahora solo hace a pie el viaje de ida al Valle de Alcudia. Para el regreso cargará sus ovejas en camiones de camino a Cuenca. “Yo disfruto en el viaje”, confiesa Manolo. “Hay gente que se queja de que llueve, de que es duro. A mí no se me hace duro. Mientras las ovejas están en ruta, comen en las veredas, no lo hacen en los pastos de invierno y les damos tiempo a que se regeneren. Todo tiene una lógica”.
Cañadas invadidas
Tras una dura jornada de camino, las ovejas pasan la noche al aire libre vigiladas por pastores eléctricos. “Algunas noches, cuando vamos a dormir encontramos un corral”, dice Manolo. “También se han habilitado algunos abrevaderos”.
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Pero las cañadas ya no son lo que fueron en la Edad Media. “El desuso dio lugar a la invasión. El agricultor labra cada año un surco más. Las administraciones tampoco han puesto muchas cartas en el asunto. Estos años, al usarlas nosotros y algún ganadero más de Guadalaviar, en Teruel, me preocupé de hacer un escrito, firmado por muchos trashumantes, lo presentamos al coordinador de vías pecuarias de Ciudad Real y, en esta provincia, se ha hecho una labor buenísima. Han arrancado viñas, han puesto el mojón en su sitio y vamos anchos. En Cuenca no. Cuando subíamos andando en primavera, a la altura de Belmontejo, por ejemplo, teníamos que pasar por un camino solamente, donde tenía que haber 75 metros de altura. Está todo cultivado a los lados. Pero vamos capoteando como podemos”.
Aún huele a café en el lugar donde han desayunado los trashumantes este amanecer. Ya clarea. Las ovejas están listas para empezar el camino. Las yeguas ensilladas. El campamento recogido y cargado en el coche de apoyo. El vaho que sale de sus bocas se arremolina como una bufanda en torno a sus rostros. Se levanta la niebla. Los cencerros de las ovejas se mueven con los primeros pasos y marcan la ruta. Comienza un día más de camino para la cuadrilla de Manolo Cardo, el último trashumante a pie de la provincia de Cuenca.
Paco Auñón
Director y presentador del programa Hoy por Hoy...