Boniches: resina y agua en la Serranía de Cuenca y una sola bombilla por casa
Un trabajo de investigación recupera la historia de las últimas generaciones en este pueblo conquense y elabora una ruta por su patrimonio etnográfico
Boniches: resina y agua en la Serranía de Cuenca y una bombilla por casa
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Cuenca
Memoria atesorada en la resina y el agua es el nombre del proyecto de investigación desarrollado por Vestal Etnografía en la localidad conquense de Boniches que ha contado con la financiación de la Diputación de Cuenca y el Ayuntamiento y que se centra “en los oficios tradicionales asociados al río Cabriel y a todo el monte que tiene a su alrededor: agricultura, ganadería, explotación forestal, y todo ello a través de una ruta por el propio territorio que está marcada y cuenta con una guía para seguir su recorrido por los espacios naturales en torno a Boniches”, como nos ha explicado uno de los autores del trabajo, Eduardo Bollo, en el espacio La memoria de la tierra que emitimos los miércoles cada quince días en Hoy por Hoy Cuenca.
Testimonios
La investigación ha contado como base con el testimonio de varios vecinos de Boniches que han aportado su experiencia de vida, sus recuerdos, para conocer cómo ha cambiado la vida en este pueblo de la Serranía de Cuenca desde mediados del siglo XX hasta la actualidad. Pablo Villar, Tomás Martínez, Antonio Acebrón, José Ferrer y Vicente Gómez son los encargados de relatarnos el devenir del tiempo y la evolución social y agraria de la localidad.
“No teníamos nada y éramos todos muy felices y hoy, que la gente tiene más, les faltan cosas. Estamos desunidos. Uno por aquí; otro por allá. Antes, en los inviernos, la gente se juntaba, jugaban a las cartas o desgranaban judías”, dice este grupo de personas recordando la vida en Boniches allá por los difíciles años 40 del siglo pasado.
El agua
“Hay muchas fuentes en el término de Boniches”, explica Bollo. “La ruta la iniciamos por la fuente del Regajo y pasamos por la del Estrecho de la que muchos dicen que tiene poderes curativos, aunque probablemente se deba a que el agua estuviera limpia y por eso no generaba enfermedades. Más adelante está la fuente de los Peces, curiosa si cabe porque por ella salen peces, seguramente por una conexión con el río”.
Agricultura
“No destaca esta zona de la provincia por la riqueza de sus suelos para la labor agrícola de secano, del cereal o de la legumbre, y poca gente vivía de la agricultura”, dice Bollo. “Cuánto se cosecharía que había que ir a Carboneras a por paja para alimentar al macho con el que se labraban las tierras”, recuerda Pablo Villar. “Aun así, en las laderas del cerro de la Picota de Boniches, donde el antiguo castillo, se pueden ver hoy en día las antiguas eras y pajares en recuerdo de aquella labor de trilla y aventado”.
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“Las tierras que sí se disputaban eran las huertas regadas con aguas del Cabriel donde se cultivan verduras, hortalizas y frutales que alimentaban las despensas de Boniches. Huertas en parajes como las Huestas del Tortejón, Los Llanos, el Pino Cacho o la Dehesa del Río”, apunta Bollo.
El molino de la Luz
En la ruta que seguimos desde Boniches encontraremos el molino de la Luz, “una antigua fábrica de electricidad de 1915 que comenzó a dar luz al pueblo al año siguiente por corriente continua. Ya en 1920 se hacía por corriente alterna, más eficiente y segura”, explican desde Vestal Etnografía. “El canal que desviaba el agua a la fábrica eléctrica se conducía después hacia una zona de huertas cercanas para aprovechar el caudal en el riego”.
Una bombilla por casa
“En aquellos años cada vecino tenía derecho a una bombilla por casa y tenías que pagar más si querías contar con alguna otra. Los encargados de la fábrica ponían una especie de precinto para que solo pudieras poner una bombilla. Pero cuanto que se encendían un poco, no te creas que tenías una luz blanca como ahora. Y el que no, se iluminaba con un candil”, recuerda José Ferrer.
La resina
“La resina es la razón de muchas vidas en Boniches”, matiza Bollo, “básicamente alimentaba al pueblo y le daba vida. Con la llegada de la primavera ya recorrían los montes”. “Muchos llevaban el trabajo de 5.000 pinos y algunos incluso más. Iban con hachas curvas bien afiladas para sacarle la corteza a los troncos”, recuerdan los vecinos.
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“Antes del resinado se realizaba la labor de los remasadores, más dura aún, y eran vecinos de la cercana localidad de Villar del Humo quienes desarrollaban esa tarea”, explica Bollo. “Una vez llenadas las latas de resina, los barriles eran depositados en los cargaderos y los camiones los llevaban a la fábrica de El Cañizar, en Pajaroncillo, que se creó en 1924”.
La ganadería
“La ganadería en Boniches era también importante y se daba tanto estante como trashumante. Por aquí pasa la cañada real de Pedro Chova que cruza toda la provincia de Cuenca por la Serranía Baja. En 1958, coincidiendo con el momento de mayor presión demográfica, había en Boniches 1.800 cabezas de ganado y más de mil hectáreas de pastos. Aún quedan corrales y tainas como testigos de aquella actividad ganadera”.
Paco Auñón
Director y presentador del programa Hoy por Hoy Cuenca. Periodista y locutor conquense que ha desarrollado...