Sonámbulos
La firma de opinión de la catedrática de Trabajo Social de la UCLM, María José Aguilar
'Sonámbulos', la opinión de María José Aguilar
Albacete
En 1914, un mes antes de que estallase la primera gran guerra europea en la que murieron 20 millones de personas, se destruyeron tres imperios y cambió para siempre y radicalmente la historia del mundo, en Europa reinaba la paz y nada parecía presagiar lo que se avecinaba.
Un extraordinario libro del historiador británico Christopher Clark, titulado “Sonámbulos”, explica por primera vez de forma detallada cómo se desató la crisis que llevó a esa guerra. Explica todos los malentendidos y gestos involuntarios que desde los diferentes centros clave de la época (Viena, Berlín, San Petersburgo, París, Londres y Belgrado) hicieron que en solo cinco semanas se desatara la crisis.
Los bienintencionados líderes europeos de la época llevaron a Europa a su destrucción, poniendo las bases del totalitarismo que más tarde llevaría a la segunda gran guerra europea.
Lo que Clark cuenta y explica es cómo se gestó una crisis que desembocó en catástrofe. Y el peso fundamental de las narrativas nacionales de los diferentes gobiernos, porque los datos objetivos pesan tanto como las percepciones subjetivas que acaban confundiéndose con la realidad.
Dice textualmente Clark que “todos los protagonistas principales de nuestra historia filtraban el mundo a través de narraciones que habían sido construidas a partir de fragmentos de experiencia amalgamados con miedos, proyecciones e intereses disfrazados de máximas”.
Es exactamente lo mismo que está sucediendo ahora en Europa, donde nuestros líderes (empezando por nuestra Ministra de Defensa) nos hablan de “riesgo de guerra absoluta”, o de “régimen de economía de guerra” por boca del presidente del Consejo Europeo.
La guerra de 1914 no fue una realidad inevitable como demuestra Clark, sino que fue el resultado de una suma de eventualidades unidas a narraciones nacionales vinculadas al miedo de proyecciones interesadas.
Ese sonambulismo de las sociedades europeas nos condujo entonces, en poco más de un mes, a una catástrofe sin precedentes.
Hoy, a pesar de las diferencias, vivimos como entonces una crisis de ordenación global del sistema mundial capitalista. Las formas que cobra la guerra en Ucrania y en Gaza, los actores implicados y los escenarios que se vislumbran para el futuro inmediato, hacen que la garantía de paz en Europa se cuestione -hoy como como entonces-, por líderes cada vez más interesados en esa dinámica de guerra que sólo nos conduce a la catástrofe.
Sólo un movimiento masivo capaz de lograr el alto al fuego en Ucrania y en Gaza puede interrumpir la inercia que vivimos. Si seguimos sonámbulos, cuando despertemos solo veremos sangre y destrucción a nuestro alrededor. Y ya será demasiado tarde para reaccionar.