De ruta hasta Fuertescusa por la Puerta del Infierno, en la Sierra de Cuenca

Cuenca

Cualquiera de las rutas por las que nos adentremos en la Serranía de Cuenca nos sorprenderán con paisajes espectaculares. Más allá de los límites del Parque Natural, el resto del terreno montañoso de la provincia esconde otros parajes para descubrir. La Serranía Alta, cuya capital es Beteta, es de una belleza singular en cuanto a hoces, pinares o fuentes se refiere.

Más allá del Campichuelo, pasado ya Cañamares, y siguiendo el curso del río Escabas, el camino nos dirige hacia Fuertescusa. Situado a 57 kilómetros de la capital, Fuertescusa es un pueblo de unos cien habitantes enclavado a casi mil metros de altitud, superando esa cota en varios puntos de su término municipal en el que abunda el terreno agreste y escarpado.

Ruta por el Escabas

La carretera comienza en el paraje de la Dehesa de Cañamares, junto al camping, y se adentra en el bosque remontando el río Escabas por su margen derecha durante los primeros kilómetros. Tras dejar a la izquierda la zona de baño de La Playeta y del Barco, la carretera cruza el río y sigue remontando su curso por la margen izquierda.

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El recorrido discurre pegado al río que atraviesa este paraje encajonado entre las riscas. Apenas si las aguas dejan sitio para la carretera que se abre paso entre la roca, rozando las aguas en ocasiones y lamiendo las piedras en otras muchas. Los cortados rocosos ascienden sobre nuestra cabeza hasta las alturas, en los territorios del buitre leonado. Así, curva a curva, risca a risca, el camino avanza adentrándose en la Serranía. No sin razón, algunos llaman a esta zona ‘la selva negra conquense’.

Ruta por el sendero del Hocino, entre pinos y tobas con musgo, en Fuertescusa

La Puerta del Infierno

Tanto se acercan las rocas al río que en un determinado punto del recorrido la carretera se encontró con las riscas de frente. Pero la mano del hombre abrió un hueco en forma de túnel y pasó al otro lado. Pero la naturaleza no se rindió, y de nuevo la roca entorpecía el paso del camino. Otro túnel. Y de nuevo resistencia.

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Hasta tres riscas han sido horadadas junto al Escabas para construir la carretera. A este lugar se le conoce como ‘La Puerta del infierno’ y recomendamos una parada para contemplar los trabajos que abrieron el camino hacia Fuertescusa. Eso sí, deje el coche en un apartadero y cuídese de no entorpecer el tráfico porque se trata de un punto estrecho, sin visibilidad y por lo tanto peligroso.

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Fuertescusa

Unos kilómetros más adelante llegamos ya hasta Fuertescusa. Las choperas acompañan al río y el paisaje se abre presentando la postal de las casas sobre la ladera. Junto al Escabas, y a la derecha de la carretera, queda un hueco para las huertas, mientras las calles del pueblo ascienden empinadas hacía la iglesia y la parte alta del pueblo. Apuntar también que hemos dejado a los pies de la carretera el Hotel Fuertescusa construido en 1992 y reformado en 2003.

Las callejuelas empinadas nos condoucen hacia el interior del casco urbano presentando casas de típicas de construcción serrana que se adaptan al terreno presentando recovecos, rincones y espacios llanos en los que encontramos macetas y arbustos.

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La iglesia de San Martín conserva elementos del siglo XV aunque fue modificada en el siglo XVIII. Es de una sola nave con bóveda de cañón y presenta una cabecera estrecha con artesonado. Los contrafuertes forman semicapillas a los lados de la nave y destaca la portada con jambas y dintel de sillería y con un pórtico de madera en el que aún se conservan elementos renacentistas.

Pero el encanto de Fuertescusa lo encontramos en los espacios naturales que rodean al pueblo. Desde su Ayuntamiento se han diseñado varias rutas de poco más de una hora de duración y de dificultad media que pueden recorrerse en familia. Los recorridos comienzan en el pueblo y nos llevan a lugares como el repetidor, la Molatilla, el Alcor, el Cañizar, Valdecaridad, la Hocecilla, el Cucurucho, o la Cueva del Águila.

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De regreso al pueblo, empapados de belleza paisajística y natural, le proponemos reponer fuerzas en la fuente de los seis caños. Agua fresca de la sierra, de agradable sabor y abundante.