De los molinos a las fábricas de harina: la evolución industrial que iluminó muchos pueblos manchegos
Esther Almarcha e Isidro Sánchez hablan de este tipo de edificaciones a partir de una postal de la fábrica Madrid y Peñuelas de Calzada de Calatrava
Postales Manchegas | De los molinos a las fábricas de harina: la evolución industrial que iluminó muchos pueblos manchegos
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Ciudad Real
Siguiendo el hilo de la pasada semana en la que en Postales Manchegas hablábamos de los molinos de agua usados para moler grano, Esther Almarcha e Isidro Sánchez, directora y colaborador honorífico del Centro de Estudios de Castilla-La Mancha se han centrado en esta ocasión en las fábricas de harina.
"En la primera mitad del siglo XIX se está produciendo la primera Revolución Industrial y se introduce la máquina de vapor como elemento para mover, con lo cual los molinos hidráulicos, en algunos casos se transformaron en molinos movidos por este tipo de motor. Esto hizo que muchas fábricas de harina, tras su transformación, quedaran ubicadas junto a los ríos, aunque la máquina de vapor permitió situarlas, además, en otros lugares fuera del entorno de los ríos.
Con la segunda Revolución Industrial, a finales del XIX, llegan otros elementos como fuerza motriz: el petróleo y la electricidad, de tal forma que en esta época y sobre todo, en las primera dos décadas del siglo XX aparecen fábricas de harina por un gran número de poblaciones".
Recodaba Isidro Sánchez, la de Fontecha y Cano, en Albacete, de aproximadamente 1910, que hoy es sede de la Delegación del Gobierno, pero también otras importantes ubicadas en Manzanares, Valdepeñas o la de Madrid y Peñuelas de Calzada de Calatrava, que ha centrado el programa de esta semana. "Generalmente eran gestionadas por acciones, por parte, de un grupo de personas en torno a unas fábricas que tenían el proceso de molienda, pero que también funcionaban como panificadoras, en las que, además, se almacenaba el trigo y que "están funcionando durante los años 50, 60 y 70 hasta que el mercado se generaliza", explicaba.
La electrificación de las fábricas de harina hizo que algunas fueran también productoras de luz. "De hecho en algunos pueblos la luz llegó a través de estas fábricas", añadía Esther Almarcha.
La postal de la fábrica Madrid y Peñuelas de Calzada es un ejemplo de la arquitectura que seguía este tipo de edificaciones de finales del siglo XIX y principios del XX. "Eran construcciones de ladrillo, cuya fachada daba a entender que había varias plantas, por las ventanas, aunque por dentro eran huecas para poder albergar la maquinaria que desmolturaba el grano de trigo desde la parte más alta hasta que la harina llegaba depurada a la más baja. Un proceso que se diferenciaba del que se hacía en los molinos, en los los que se trituraba todo el grano".
"El hecho de que estas fábricas fueran huecas por dentro ha hecho que en algunos casos se hayan reaprovechado con otros usos, como hoteles o residencias".
En cuanto a la postal que ha centrado el último espacio de Postales Manchegas, Esther Almarcha comentaba que " habla más allá del edificio", describiendo el lugar como "un espacio acotado con un muro porque dentro estaba tanto el grano sin triturar como el triturado, en el que se trabajaba con blusones blancos para evitar mancharse las ropas y hasta donde llegaban los carros que después lo transportaba".
"Negocios en los que normalmente había un propietario y un molinero que a cambio de su trabajo recibía una maquila, un pago en especie", concluía Isidro Sánchez.