Arancel, arancel, lindo arancel

Toledo

Buenos días, Carlos. Buenos días, oyentes.

¡Qué fuerte, qué fuerte, qué fuerte!

O sea, dos meses tratando de convencerme a mismo de que esto del rearme es bueno porque los malos nos van a atacar en cuanto nos despistemos. Horas buscando en internet en qué se diferencia una bomba inteligente de una que vaya a lo suyo, decenas de pelis de guerra y series distópicas en las que todos palman menos yo y ¡¡resulta que la guerra era de precios!! Venga ya. Yo guardando latas de fabada en el kit y lo que había que hacer era esconder billetes debajo de la tarima flotante, que ya no hay ni ladrillos.

¿Y qué me dicen del lío con los enemigos? ¿pero no eran los buenos los americanos? Toda la vida estudiando inglés sin aprenderlo, viendo las pelis en versión original para que el oído se acostumbre no sé muy bien a qué y resulta que ahora el malo es el señor del cutis naranja, la corbata roja y el puño apretado, que se ve que se levantó un día despeinado y le ha dado por subirnos a todos los precios hasta el ahogo. Sí, sí, no se líe, a usted y a mí también. Ni Gila imaginó una guerra como esta.

Mira que es bonita la palabra “arancel” en castellano, si no supiéramos la puñeta que supone para nuestro ya mermado bolsillo, sonaría a canto de trovador: “Oh, arancel, arancel…”, a pensamiento onírico: “…sumido en los aranceles de mi infancia…” o incluso a comarca del Señor de los Anillos: “los Hobbits se refugiaron en la llanura de los Aranceles”.

Igual el problema es que en inglés suena mucho más ordinario: “Tariff”, lo pronuncian (algo así como tarifa pero dicho con boquita de piñón), pero es que en francés, en alemán y hasta en ruso se escribe y se pronuncia muy parecido. Y claro, si a las cosas las nombras con palabras feas pues pasan cosas feas y se termina llevando a la quiebra a una empresa, mandando al paro a varios miles de personas o arruinando a todo un país.

En resumen, el presunto amigo americano saca una pizarrita con números y el mundo tiembla y busca respuesta. Y Europa, nuestra Europa, con los rulos puestos y sin saber muy bien cómo resolver eso de que el “desarancelador que lo desarancele, buen desarancelador será”

Y mientras, los gurús del neoliberalismo, los que nos machacaban con aquello de que “el mercado se regula solo”, esos que ponían el grito en su cielo cada vez que el estado legisla sobre economía, los que veían comunistas hasta en la sopa, esos…. calladitos, a ver si nadie les arroja a la cara la realidad que llevan años negando.

Hasta el martes que viene. Besos.

Javi Mateo