Toledanos olvidados

Toledo (Toledo)

Buenos días, Carlos. Buenos días, oyentes.

Todo el mundo sabía quiénes eran y qué hacían pero sobre todo, la gente tenía claro cuál era la culpa por la que estaban condenados y redimían su pena con pico, pala, hambre y humillación: habían perdido una guerra que nunca quisieron defendiendo la frágil libertad que habían conseguido.

Aunque casi nadie se atrevía a honrarles con un qué tal o un cómo estás, fueron vecinos de Toledo durante aquellos años de miedo y silencio retratados en blanco y negro que despachamos con ligereza llamándolos posguerra. Algunos, incluso se trajeron a sus familias con la idea de empezar a reconstruir sus vidas sobre los débiles cimientos de una chabola que sólo podían disfrutar los domingos después de la consabida misa y comunión obligatoria. Imagino que se terminaron acostumbrando a la fingida y temerosa indiferencia de una ciudad que les ha mantenido invisibles y callados hasta hoy.

Más de 3.000 españoles, toledanos por un tiempo, formaron parte de la colonia penitenciaria militar que en los años 40 fue utilizada como de mano de obra forzada para construir la Academia de Infantería de la que tanto orgullo dicen sentir los mismos que 80 años después les siguen negando el más mínimo reconocimiento. Ni siquiera una discreta placa escondida en alguna remota estancia del edificio que levantaron les reconoce su mérito y su sufrimiento.

Ante el desprecio indiferente del gobierno municipal y la eterna mirada a otro lado del propio Ministerio de Defensa, no valen sólo necesarios homenajes ciudadanos, emotivos recuerdos o aplausos a los olvidados; si queremos honrarles y buscarles un hueco en la historia de Toledo, hay que darles voz y sentir sus vidas. Hay que poner nombre a las fotos, rebuscar los apellidos de la tragedia y sobre todo, ponerle rostro a la verdad, para que exista auténtica reparación y justicia.

Mañana miércoles 14 de mayo a las 19,00h en el Centro Cívico de Santa Bárbara, el periodista Enrique Sánchez Lubian presenta su libro "Los presos que construyeron la Academia de Toledo". Y lo hará como siempre hace Quique las cosas, con tanto rigor como discreción y con la generosidad que acostumbra; dando voz a las familias de aquellos represaliados, logrando que sus nombres se oigan en la sala, haciéndonos cotidianas y cercanas sus vidas e intentando que su historia, que es la nuestra, se quede para siempre con nosotros.

Dijo Saramago que "se empieza por el olvido y se termina en la indiferencia". Anden con ojo, que esa indiferencia agrieta las conciencias y desgasta a poquitos el frágil equilibrio que nos hace humanos dejando que se nos cuele la intolerancia, el rechazo al diferente, la violencia y después, el odio.

Hasta el martes que viene. Besos.

Javi Mateo