Los huevos de dinosaurio de Cuenca ayudan a entender el cambio climático
Una excavación paleontológica en Buendía descubre restos de dinosaurios de hace 73 millones de años

Los huevos de dinosaurio hallados en Cuenca ayudan a entender el cambio climático
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Cuenca
A los pies del embalse de Buendía, entre las provincias de Cuenca y Guadalajara, un equipo internacional de paleontólogos excava estos días uno de los yacimientos más singulares del Cretácico Superior en la península ibérica. Allí, bajo la superficie del terreno que hace millones de años fue costa del mar de Tetis, aparecen fragmentos y restos de huevos de dinosaurio.
La escena es llamativa: mientras el agua del pantano cubre lo que un día fue el pueblo de Santa María de Poyos, los científicos trabajan sobre sedimentos de hace 73 millones de años, poco antes de la gran extinción de los dinosaurios.
“No es habitual encontrar huevos enteros como los que encontramos aquí, pero sí abundan fragmentos de cáscaras con una estructura cristalina muy característica, inconfundible bajo la lupa”, explica el profesor Francisco Ortega, paleontólogo de la UNED y director de la excavación.

El profesor Francisco Ortega, paleontólogo del Grupo de Biología Evolutiva de la UNED y director de las excavaciones de Poyos junto al embalse de Buendía. / Guillermo Román

El profesor Francisco Ortega, paleontólogo del Grupo de Biología Evolutiva de la UNED y director de las excavaciones de Poyos junto al embalse de Buendía. / Guillermo Román
El equipo y la tarea de excavar
El proyecto forma parte de los trabajos del Grupo de Biología Evolutiva de la UNED, en colaboración con la Universidad Complutense de Madrid, la Universidad de Lisboa, la Universidad de Vigo y el Museo de Ciencias Naturales. En el yacimiento participan especialistas en paleontología, geología, paleobotánica y conservación, además de estudiantes y voluntarios.
Uno de ellos, el paleontólogo Pedro Mocho, de la Universidad de Lisboa, describe el proceso con sencillez: “Trabajamos con cepillo, escoplo y martillo, siempre con mucho cuidado. Poco a poco vamos retirando el sedimento hasta llegar al huevo identificado. Cuando aparece, lo consolidamos para evitar que se fracture”.

Una excavación paleontológica en el embalse de Buendía descubre restos de huevos de dinosaurio de hace 73 millones de años. / Guillermo Román

Una excavación paleontológica en el embalse de Buendía descubre restos de huevos de dinosaurio de hace 73 millones de años. / Guillermo Román
En ocasiones, los bloques extraídos pueden alcanzar los 500 kilos de peso, con hasta 20 huevos en su interior. De ahí la importancia del trabajo de conservación, que lidera la profesora Fátima Marcos, de la Facultad de Bellas Artes de la Complutense: “No solo hay que descubrirlos, también estabilizarlos y extraerlos para que lleguen en buen estado al laboratorio y, después, al museo. Nuestro trabajo no termina nunca, porque también debemos garantizar su correcta conservación y difusión científica”.

Cáscaras de huevo de dinosaurio fosilizadas. / Guillermo Román

Cáscaras de huevo de dinosaurio fosilizadas. / Guillermo Román
Puestas de saurópodos
Los restos encontrados corresponden principalmente a dinosaurios saurópodos, grandes herbívoros de cuello largo que habitaron la región en enormes manadas. Los investigadores no hablan de nidos propiamente dichos, sino de “puestas”, ya que aún no se sabe si fueron realizadas de forma intencional.
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Las dimensiones de aquellas zonas de cría impresionan: superficies de hasta 30 o 40 kilómetros de longitud por 20 de anchura repletas de huevos, depositados durante cientos de miles de años. Algunas puestas se conservaron intactas porque los embriones no llegaron a desarrollarse, lo que ofrece una ventana única al comportamiento reproductivo de los dinosaurios.
“Con los huesos sabemos cómo eran, pero gracias a los huevos podemos intuir qué hacían, cómo se reproducían y cómo se organizaban en su entorno”, destaca Ortega.

Los restos encontrados corresponden principalmente a dinosaurios saurópodos. / Guillermo Román

Los restos encontrados corresponden principalmente a dinosaurios saurópodos. / Guillermo Román
Ciencia, conservación y sociedad
La excavación en Buendía es también un ejemplo de trabajo interdisciplinar. Voluntarias como Sata García Molinero, profesora de Bellas Artes, se suman al equipo con ilusión: “Para nosotras, cada fragmento de cáscara es un hallazgo emocionante. Es mucho calor, polvo y esfuerzo, pero también un ambiente de colaboración única”.
El valor del yacimiento va más allá de lo local. La información obtenida en Castilla-La Mancha permite matizar hipótesis globales sobre la extinción de los dinosaurios, tradicionalmente basadas en registros de Estados Unidos y Asia. “Lo que vemos aquí no coincide con lo que se pensaba que ocurría en el resto del mundo. Estos datos nos ayudan a entender cómo se produjo una de las grandes crisis biológicas de la historia”, explica Ortega.

En el yacimiento participan especialistas en paleontología, geología, paleobotánica y conservación, además de estudiantes y voluntarios. / Guillermo Román

En el yacimiento participan especialistas en paleontología, geología, paleobotánica y conservación, además de estudiantes y voluntarios. / Guillermo Román
Una mirada al pasado para comprender el presente
Los investigadores insisten en que estos hallazgos no solo reconstruyen el pasado remoto, sino que también ayudan a interpretar los desafíos actuales.
“Las extinciones del pasado nos enseñan cómo se transforman los ecosistemas tras una crisis global. Esa información puede ayudarnos a entender lo que hoy ocurre con el cambio climático y la pérdida de biodiversidad”, subraya Ortega.

Paco Auñón
Director y presentador del programa Hoy por Hoy Cuenca. Periodista y locutor conquense que ha desarrollado...




