“Lo que más me duele es la impotencia”: filosofía y canciones con Ana Cruz

Cuenca

Ana Cruz, profesora de Filosofía en el IES Pedro Mercedes de Cuenca y exconcejala de Izquierda Unida, no es una voz cualquiera. Su trayectoria académica y política se entrelaza con una constante: la defensa del pensamiento crítico y de la educación pública.

Durante años ha llevado esa doble bandera, dentro y fuera del aula, convencida de que enseñar a pensar es un acto de resistencia frente a la polarización y la obediencia ciega.

En una entrevista en Hoy por Hoy Cuenca, Cruz confiesa que la filosofía es para ella “la materia más importante” porque enseña a tomar decisiones propias, aunque advierte que eso puede ser incómodo en tiempos donde se empuja a la sociedad a elegir solo entre dos bandos. Esa incomodidad, dice, es precisamente el papel del filósofo: ser “el tábano socrático que molesta a los poderosos”.

Canciones que hablan de vida

La conversación en la radio se entrelaza con una selección musical muy personal. Desde Hymn to her de Pretenders, canción que marcó el inicio de su relación sentimental más duradera, hasta Milonga del moro judío de Jorge Drexler, Ana Cruz abre un “baúl de canciones” cargado de recuerdos y significados.

Cada tema elegido es una ventana a su biografía y a su compromiso social. Con Justo de Rozalén recuerda la memoria histórica y las raíces manchegas de su familia; con Malo de Bebe recupera años de activismo contra la violencia de género, sosteniendo la pancarta de los Lunes de Luto en Cuenca tras cada asesinato machista.

Luis Pastor, con Mariposa de noviembre, le conecta a la música compartida en viajes familiares con su hijo. Morgan y su Sargento de hierro evocan la pérdida de su madre en plena pandemia, un grito contra la impotencia ante la falta de respuestas colectivas. Y Drexler sirve para cerrar con un mensaje rotundo: la paz como único camino frente al genocidio en Gaza.

Filosofía en el aula y más allá

Ana Cruz se reconoce como profesora vocacional, aunque admite que la decisión de estudiar Filosofía nació de una paradoja: un mal profesor y, al mismo tiempo, lecturas que le abrieron un mundo fascinante. Esa contradicción la empujó a buscar sentido por su cuenta. Hoy denuncia los prejuicios que muchos alumnos traen hacia la asignatura, vista todavía como “una María” o como un territorio de opiniones extremas.

Para ella, sin embargo, enseñar Filosofía es enseñar a vivir: “Se trata de formar ciudadanos libres y conscientes”, asegura. Sus referentes actuales son nombres como Victoria Camps, “con 80 años sigue escribiendo sobre ética con frescura”, Hannah Arendt y el filósofo surcoreano Byung-Chul Han, muy leído por sus estudiantes por su lenguaje directo y su análisis de la “infocracia”.

Política, memoria y lucha feminista

Su paso por la política local como concejala de IU en 2008 fue otra experiencia intensa: “Fue como tirarse a la piscina de lleno”, recuerda, en un Ayuntamiento donde el bipartidismo lo dominaba todo. Con un único concejal, Cruz sacó adelante propuestas, denuncias y debates, convencida de que “Cuenca no se divide solo entre PSOE y PP”.

También se recuerda su activismo feminista en las calles contra la violencia machista y su papel en la Plataforma en Defensa de la Educación Pública durante los años más duros de los recortes. En 2013, incluso fue investigada por sus críticas, un episodio que hoy recuerda como un símbolo de resistencia: “Éramos los de las camisetas verdes, ¿cómo olvidarlo?”.

Más allá de la política y de las aulas, Ana Cruz mantiene intacta su capacidad de indignarse. Lo que más le enfurece es la impotencia: cuando las injusticias se podrían evitar pero no se hace nada para cambiarlas. Esa rabia, dice, aún la mueve por dentro.