Ana Cubero Llabrés: pionera de la Bioquímica en la UCLM
Profesora, investigadora y humanista, abrió camino a la investigación universitaria en Castilla-La Mancha antes de fallecer prematuramente a los 40 años.

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Ciudad Real
Catalana de nacimiento y manchega de adopción, Ana Cubero Llabrés (Barcelona, 1955 – Barcelona, 1995) fue una figura clave en la creación y consolidación de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM). Doctora por la Universidad Autónoma de Madrid y con una estancia postdoctoral en Estados Unidos, llegó a Ciudad Real en 1983 para incorporarse al Colegio Universitario, en un momento decisivo para el nacimiento del proyecto universitario regional.
Desde allí impulsó la creación del laboratorio de Bioquímica, germen de uno de los primeros grupos de investigación de la futura Facultad de Ciencias Químicas. Fue la primera profesora de Bioquímica en el campus de Ciudad Real y una apasionada de la docencia y la ciencia. Su trabajo pionero en la caracterización de receptores de neurotransmisores en el cerebro sentó las bases de investigaciones actuales sobre enfermedades como el Alzheimer.
Cubero lideró el primer proyecto del Plan Nacional concedido a la UCLM, publicó numerosos artículos en revistas científicas de prestigio internacional y dirigió tesis doctorales. Formó a investigadores que hoy continúan su línea de trabajo. Además, se implicó activamente en la gestión universitaria: formó parte del primer equipo decanal de la Facultad de Químicas como vicedecana, contribuyendo de forma decisiva al desarrollo académico y estructural de la universidad.
Falleció en 1995, con apenas 40 años, dejando truncada una carrera brillante. Su legado, sin embargo, permanece vivo. La Universidad le concedió la Medalla de la UCLM y el laboratorio de Bioquímica lleva hoy su nombre. Su fallecimiento causó un profundo impacto entre sus compañeros, como recuerdan Esther Almarcha e Isidro Sánchez, directora y colaborador honorífico del Centro de Estudios de Castilla-La Mancha.
“Era una gran humanista”, recuerda Isidro. Amante del cine, la lectura y el diálogo entre ciencias y letras, Ana Cubero creía en una universidad integradora, donde el conocimiento no tuviera fronteras. “Aprendíamos unos de otros, había mucha interrelación”, añade Esther, quien subraya que la universidad no es solo un lugar para impartir clases, sino una estructura de conocimiento donde la investigación es clave.
Cubero fue pionera en demostrar que la universidad puede y debe ser motor de progreso. Su proyecto fue el primero competitivo a nivel nacional que obtuvo la UCLM, y muchas de las líneas que abrió siguen hoy vigentes. Su trayectoria es un ejemplo de cómo la investigación universitaria genera conocimiento con impacto real en la sociedad.
Treinta años después de su muerte, su figura sigue siendo referente. Su historia nos recuerda la importancia de no banalizar el papel de la universidad y de exigir una mayor dotación para la investigación. Porque solo así, como ella demostró, se puede avanzar como sociedad.




