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Los vecinos de Mira un año después de la dana: “De las ruinas volvimos a la vida”

Los habitantes de este pueblo de Cuenca que perdieron casas y negocios cuentan cómo el pueblo se unió para reconstruirlo todo

Los vecinos de Mira un año después de la dana: “De las ruinas volvimos a la vida”

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Cuenca

En las calles de Mira ya no queda rastro del barro, pero la memoria de la riada de 2024 persiste marcada en las paredes. Una línea de hasta dos metros, más en algunos puntos, señala hasta dónde llegó el agua terrosa del río Ojos de Moya.

“La dana, la maldita dana”, recuerda Mari Carmen Naharro. Aquella tarde del 29 de octubre, la lluvia parecía intensa pero manejable; el río ya venía crecido y entró algo de agua en las casas cercanas. “Por el día estuvo lloviendo, parecía que no iba a ser tan violento… pero por la noche fue creciendo y nos empezábamos a sobresaltar”, cuenta. Su hermana, que vivía junto al río, fue la primera en notar la subida alarmante: a las 2 de la madrugada llamaba agobiada porque el agua subía por las escaleras.

El puente se inundó, imposibilitando el paso, y los vecinos se refugiaron las plantas altas de sus casas mientras la madrugada se prolongaba en tensión e incertidumbre. “Cuando salió el sol, vimos todo como un océano. Horrible… Enseguida llegaron las fuerzas de la UME, la Guardia Civil… se pensaba que había habido una tragedia muy grande”, relatan los vecinos. La riada dejó destrucción, una víctima mortal y recuerdos imborrables para los habitantes del pueblo. Su hermana tardó en levantarse, física y emocionalmente, negándose incluso a ser evacuada por los bomberos desde el balcón. “Escuchaba cómo se estaba destrozando todo… fue una noche horrible”.

María Moya, vecina de Mira.

María Moya, vecina de Mira. / Cadena SER

María Moya, vecina de Mira.

María Moya, vecina de Mira. / Cadena SER

Primeros desalojos

Ese mismo día, los tenientes de alcalde del Ayuntamiento de Mira, Juan Carlos Palomares y José Miguel Ruiz decidieron desalojar la vivienda tutelada de mayores cercana al río, ante la previsión de que el agua subiera durante la noche.

“El río estaba ya desbordado, pero no tocaba el nivel de la vivienda, pero previendo que pudiera entrar algo de agua, decidimos evacuarla”, explica Palomares. Con la Guardia Civil, se aseguraron de que los mayores fueran trasladados a lugares seguros, incluyendo habitaciones habilitadas en el albergue de peregrinos.

Luis y Mari Lari en la puerta de su casa en Mira.

Luis y Mari Lari en la puerta de su casa en Mira. / Cadena SER

Luis y Mari Lari en la puerta de su casa en Mira.

Luis y Mari Lari en la puerta de su casa en Mira. / Cadena SER

Mientras tanto, en los almacenes de materiales de construcción Cuencaval, Patricia Cuenca vivía el desastre en primera persona. La nave pegada al río quedó completamente anegada, y gran parte del stock, bloques, arena, grava, azulejos, se perdió. “La única manera de empezar a vaciar fue con excavadoras y camiones, tirando todo”, recuerda.

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El muro de hormigón de cuatro metros no resistió la fuerza del agua, que se dividió y pasó por diferentes puntos del edificio. La recuperación fue un trabajo de meses, con el esfuerzo añadido de mantener cierto servicio a la comunidad mientras reconstruían lo perdido.

Patricia recibió apoyo económico del Consorcio de Seguros, que cubrió prácticamente el 100% de los daños, aunque el proceso requirió un mes de recopilación de facturas y documentación. “Al principio no era consciente de lo que había vivido… hasta dos meses después me di cuenta de la magnitud”, admite. La solidaridad de familiares, amigos y voluntarios de toda España ayudó a hacer frente a la devastación.

Maria Eugenia, bibliotecaria de Mira.

Maria Eugenia, bibliotecaria de Mira. / Cadena SER

Maria Eugenia, bibliotecaria de Mira.

Maria Eugenia, bibliotecaria de Mira. / Cadena SER

“Un palo muy gordo”

Nicolás, vecino de Mira, también recuerda cómo la riada afectó a varias de sus propiedades. Su vivienda en primera línea del río sufrió graves daños, con el agua llegando a tres metros en algunos puntos. “Los ánimos, poco a poco, se van levantando… pero es un palo muy gordo, para coger depresión y no soltarla”, dice. La gente del pueblo tardará años en superar el trauma de aquella noche interminable, en la que cada chaparrón hoy revive recuerdos de miedo y ansiedad.

Patricia Cuenca Valero y su hermano en las instalaciones de su empresa de materiales de construcción Cuencaval en Mira.

Patricia Cuenca Valero y su hermano en las instalaciones de su empresa de materiales de construcción Cuencaval en Mira. / Cadena SER

Patricia Cuenca Valero y su hermano en las instalaciones de su empresa de materiales de construcción Cuencaval en Mira.

Patricia Cuenca Valero y su hermano en las instalaciones de su empresa de materiales de construcción Cuencaval en Mira. / Cadena SER

Una noche de miedo

Mari Lari y su marido Luis pasaron aquella madrugada retirando agua del garaje mientras el nivel subía sin control. “Cogimos mantas, fundas, cojines, todo lo que pudimos para empapar… pero el agua ya nos llegaba por encima. Nos subimos al piso de arriba y luego a la cámara, con la única salida por el tejado”, relata.

Durante meses vivieron desplazados en casa de familiares, y la reconstrucción de su hogar dependió de seguros, ayudas de Caritas y de amigos. “Ahora estamos ilusionados, nos han puesto el suelo, la escalera, y estamos con el pintor. La casa va a quedar diferente, pero va a quedar bien”.

Cristina Moya, vecina de Mira.

Cristina Moya, vecina de Mira.

Cristina Moya, vecina de Mira.

Cristina Moya, vecina de Mira.

Solidaridad vecinal

La solidaridad de los vecinos se convirtió en un pilar fundamental de la recuperación. María Eugenia Cárcel Vindel, bibliotecaria de Mira, recuerda la labor masiva de voluntarios y la gestión de ayudas desde el centro social: “Gente de toda España vino a ayudarnos, sin ellos habría sido mucho más difícil. La solidaridad es muy grande”. Alimentos, ropa, herramientas y material de limpieza llegaron desde distintos puntos, y los vecinos trabajaron codo con codo para limpiar barro y salvar lo posible de sus casas.

Más de un centenar de viviendas afectadas, con agua entrando desde el río y desde las calles superiores, una decena de ellas totalmente derruidas y arrastradas por la corriente, dejando solares vacíos donde antes había hogares. La evacuación de personas se realizó con buzos, helicópteros, la Guardia Civil y la UME. “No éramos capaces de imaginarlo… parecía que había habido una guerra. Cuando salió el sol, vimos todo el desastre”, recuerda María Moya.

La hostelería también sufrió las consecuencias. Fran, propietario de La Puerta Verde, vio cómo la rambla se llevaba su negocio. Pero un año después, la música en directo ha vuelto a sonar en sus locales, simbolizando el resurgir del pueblo. Cristina Moya, joven de Mira, dio a luz cuatro días después de la riada. “Entre tanta oscuridad hubo un rayo de luz… celebrando la vida. Perdimos cosas materiales, pero no la vida”, afirma con una sonrisa.

Mirian Lava, alcaldesa

La alcaldesa de Mira, Miriam Lava, recuerda cómo recibió los primeros avisos mientras se encontraba en el Foro Invierte Cuenca, en Madrid. “Aquella noche me empezaron a llegar vídeos del municipio y llamadas con mucho nerviosismo, trasladándome mucha preocupación”, relata. La información que llegaba desde su equipo de gobierno y desde el sargento de la Guardia Civil alertaba de la magnitud del desastre antes incluso de que llegara la gran riada.

Entrevista con Miriam Lava, alcaldesa de Mira, un año después de la dana

Entrevista con Miriam Lava, alcaldesa de Mira, un año después de la dana

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La alcaldesa permaneció en contacto constante con los vecinos y servicios de emergencia durante toda la noche, sin dormir, coordinando la respuesta y recibiendo vídeos del avance del agua. “Toda la noche estuve efectuando llamadas, hasta que llegó la batería de los vecinos. Hablé con todos y cada uno de los vecinos que pude”, asegura.

Cuando llegó la mañana, el panorama era devastador. Lava describe la escena como dantesca: viviendas y negocios inundados, calles convertidas en ríos y la sensación de shock entre los habitantes. “Se vieron afectadas 382 viviendas, aparte de locales de ocio y negocios. Todo el mundo estaba en shock”, recuerda. La riada no solo dejó destrucción material, sino también la pérdida de una vecina, Celsa, cuya muerte por ahogamiento marcó la tragedia. La alcaldesa expresa su dolor: “Vaya por delante el sentimiento de toda la corporación, todo el ayuntamiento y todos los vecinos hacia nuestra querida vecina Celsa”.

La respuesta inmediata se centró en la limpieza y el apoyo a los afectados. Lava subraya la colaboración de vecinos, bomberos, Cruz Roja, UME, Protección Civil, arquitectos e ingenieros. “Quiero poner en valor toda la ayuda, toda la maquinaria que pusieron los vecinos en movimiento para proceder a esa limpieza y a esa ayuda que hacía falta, sobre todo esa primera limpieza de emergencia”, señala. Se organizaron también oficinas provisionales para gestionar la asistencia y las ayudas económicas, con la colaboración de la Junta de Castilla-La Mancha, el Gobierno central y técnicos especializados.

En sus reflexiones, la alcaldesa reconoce que nunca se puede dar una respuesta completamente satisfactoria ante una catástrofe de estas dimensiones. “Somos un pueblo de apenas 1.000 habitantes, contamos con muy pocos medios… nunca se va a dar una respuesta eficiente para esta emergencia”, afirma, aunque resalta el esfuerzo del equipo de gobierno y de todos los vecinos afectados. Además, hace un llamamiento a la unidad y a la responsabilidad: “Que no se haga política de estas circunstancias… rememos todos juntos y encarnemos un futuro lleno de esperanza”.

La recuperación

Hoy, un año después, Mira sigue recuperándose. Las calles y negocios han sido reparados, y la vida cotidiana comienza a normalizarse, aunque con recuerdos imborrables. La experiencia ha mostrado la resiliencia de los vecinos y la importancia de la coordinación y la solidaridad en momentos críticos.

Miriam Lava subraya que, pese a la tragedia, la comunidad ha logrado avanzar: “Muchos vecinos afectados han ido recuperando poco a poco su normalidad, aunque no sea total… llevamos a todos y cada uno de los vecinos en nuestra cabeza, a todos sin distinción alguna. Gobernamos para todos”.

Paco Auñón

Paco Auñón

Director y presentador del programa Hoy por Hoy Cuenca. Periodista y locutor conquense que ha desarrollado...

 

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