Y que por lo visto... "peoras"

Talavera de la Reina

Y que, por lo visto, hay dos formas de cambiar la ciudad: haciendo mejoras o haciendo peoras. O no haciendo nada que también vale. El término peora se lo he copiado al querido arquitecto Gregorio Chillón que lo puso en circulación harto de ver cómo los propietarios, con sus ocurrencias, acababan con sus meditados y planificados pisos.

Que si una terracita que se cierra por aquí, que si un tendedero por allá, que si un aparato de aire acondicionado, que si una mano de pintura. El caso es que hay gente que compra casa, según Chillón, para empeorarla de inmediato.

Tal sucede con las ciudades, que hay veces que uno pide a los cielos que los mandamases se estén quietos. Que no se pongan a mejorar porque a nada que se descuiden, lo empeoran.

Una parte importante de este tráfico de ocurrencias tiene que ver con lo que yo denomino el “síndrome del comedor vacío”. Hay gente que mira su salón comedor todos los días con un gran disgusto al ver que todavía quedan huecos libres donde bien podría ir otro sillón o dos cómodas para los manteles. A la gente le matan los paisajes despejados, los espacios vacíos, las perspectivas abiertas.

Este síndrome se ha extendido a la cosa pública, lo mismo que no hay celebración en Talavera que no lleve aparejado un lema con un gerundio que siempre estamos haciendo, construyendo, aportando, creando y miles de andos más.

Bueno, el caso es que en lo que era el espacio abierto de la ribera del Tajo ya se han levantado unas peanas para poner algo, algo que rompa la perspectiva si es posible o quite un trozo de verde. Y en la valla que cierra el desaguisado el lema es “construyendo ciudad”.

Una mezcla auténtica entre la peora y el gerundio.

Vamos, circulen.