"Es necesario que las declaraciones y la actitud del alcalde de Alpedrete, Juan Fernández, reciban una respuesta clara y un rechazo contundente"

Todos los años llega. Aquí está la afonía. Antes, esta voz ronca solía ser la consecuencia de una noche memorable con amigas. Ahora, baja un grado la temperatura y me constipo. ¿Tendrá que ver que acabo de llegar al medio siglo?... Posiblemente. En cualquier caso, disculpas por sonar así.

También llega cada año el 25N, el día institucional de la lucha contra las violencias machistas, aunque la lucha real se haga el 25N, el 3D, o el 18A, todo el año, vamos. Y llega ese día con 38 mujeres asesinadas por los que ejercen esa violencia. La última es Pilar, de Alpedrete, cosida a puñaladas por su marido, “un padre ejemplar”, según sus hijos, que “quería mucho a su mujer”, según el alcalde. Debe ser que, cuanto más te quieren, más puñaladas te dan.

La carta de los dos hijos del matrimonio defendiendo a su padre y culpando al sistema está escrita por dos personas que, sin saberlo aún, también son víctimas de la violencia de género, porque sufren las consecuencias del asesinato de su madre, por eso no voy a juzgarlos. Pero sí que es necesario que las declaraciones y la actitud del alcalde Juan Fernández reciban una respuesta clara y un rechazo contundente.

Dijo Fernández que en ese asesinato no había odio, ni asesinato, por cierto, porque habló de la “muerte” de dos personas, presentando como una víctima más al asesino, que se quitó la vida después de coser a puñaladas a su mujer. Las razones, según el alcalde, porque “sucumbió a la presión”, porque “venía demandando atención”, porque “le dolía la espalda y tenía depresión”, porque es un “quitarse de en medio e intentar resolver el problema de manera drástica”, porque “el sistema ha fallado”.

Sí, sabemos que familiares de personas suicidadas demandan más atención del sistema para impedir el desenlace. Pero, en este caso, hay un pequeño detalle: antes del suicidio, el hombre asesinó a su mujer y con ese acto impuso sobre ella el control, la violencia, su ley, un abuso de poder, ejerció todo eso que es la base sobre la que se sustentan las violencias machistas. Es muy peligroso que un representante público no lo diga, mejor dicho, no lo vea, porque, si no lo dijo, es porque no lo ve.