Qué comían nuestros antepasados: Noheda reconstruye la dieta de ricos y pobres en la Hispania romana
Tecnologías punteras y un innovador proyecto han permitido reconstruir con precisión la dieta real de los que habitaron la villa romana hace 1.600 años

¿Qué comían nuestros antepasados?: Noheda nos desvela la dieta de hace 1.600 años
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
La villa romana de Noheda, en Cuenca, acaba de dar un salto extraordinario en el conocimiento del pasado. Por primera vez, los investigadores han logrado reconstruir con precisión cómo se alimentaban sus habitantes hace 1.600 años.
Gracias a nuevas tecnologías de análisis y a un singular proyecto que une arqueología y gastronomía, hoy es posible saber qué comían tanto los domini -las élites propietarias del complejo- como la población humilde que se emplazó en este punto.
Miguel Ángel Valero, profesor de Arqueología e Historia Antigua de la Universidad de Castilla-La Mancha y director de las excavaciones, explica que el secreto de este avance está en la combinación de técnicas punteras. Noheda es un yacimiento joven, excavado ya en pleno siglo XXI, lo que ha permitido aplicar desde el principio métodos que antes no existían como la carpología para estudiar semillas, el análisis de maderas, el estudio de pólenes, la identificación masiva de restos óseos y hasta el análisis del colágeno humano procedente de una pequeña necrópolis hallada en la sala cruciforme.
De esta manera, estos estudios han permitido reconstruir el paisaje vegetal, la fauna disponible y, por primera vez, la ingesta real de sus habitantes. Entre los hallazgos más llamativos está el elevado consumo de burros jóvenes en época tardoantigua, una práctica documentada en las clases más pobres y muy poco conocida hasta ahora en el ámbito peninsular. A su vez, se han identificado patrones de caza, recolección y aprovechamiento agrícola que muestran cómo las clases humildes adaptaron su dieta al entorno tras el declive de la villa.
También es reseñable la aparición de dos cuentos, totalmente íntegros, y con restos orgánicos en su interior. En la Universidad de Málaga se están analizando los componentes de esos recipientes, mientras que en A Coruña se estudian residuos alimentarios conservados bajo los cuerpos enterrados en la necrópolis, con la esperanza de identificar incluso el último alimento consumido por aquellos individuos.
Del yacimiento a la mesa
Pero Noheda no quiere quedarse en el laboratorio. Para acercar estos descubrimientos a la sociedad, el chef conquense Jesús Segura se ha sumado al proyecto con el objetivo de recrear los platos antiguos con criterios científicos y creatividad gastronómica. Setas, carne de caza, bellotas y otras materias primas locales forman parte de las recetas que están tomando forma y de las que pronto se podrán ofrecer entre cuatro y cinco platos basados en ellas.
El estudio también confirma diferencias claras entre las dietas de las élites y las clases populares. Mientras los ricos bebían vino sirio, consumían pescado, aves asadas y ovicápridos sacrificados jóvenes, los sectores humildes recurrían a animales muy envejecidos como bueyes, cabras y ovejas utilizados durante años para trabajo o lana y a los que solo se les podía hincar el diente tras largas cocciones.
Los habitantes más modestos que permanecieron en Noheda tras el abandono de la villa se convirtieron, según Valero, en "los primeros resilientes" siendo personas que defendieron su espacio y adaptaron su modo de vida a lo que el entorno ofrecía.




