Teresa Castillo, "una de las escasas militantes históricas del socialismo en Ciudad Real"
Funcionaria de profesión, esta ciudadrealeña destacó por su conciencia de justicia social y defensa de los trabajadores y desfavorecidos

Postales Manchegas | Teresa Castillo, una de las escasas militantes históricas del socialismo en la provincia de Ciudad Real
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Esta semana 'Postales Manchegas' se ha detenido en el perfil de Teresa Castillo Díaz. Una ciudadrealeña, nacida en Ciudad Real en 1936 y fallecida también en Ciudad Real en 1991.
"El caso de Teresa es paradigmático", comenzaba diciendo de ella el historiador Isidro Sánchez. Fue funcionaria, aprobó una oposición y trabajó toda su vida en la delegación del Ministerio de Trabajo en Ciudad Real. Fue pionera en varios niveles. Primero, en el Partido Socialista Obrero Español, siendo una de las pocas mujeres que, tras la muerte del dictador, pertenecía al PSOE. En esos primeros años, apenas un 10% eran mujeres, y menos aún las que participaban activamente. Teresa fue pionera porque ayudó a reorganizar el partido, primero en Puertollano y después en Ciudad Real. Ocupó puestos de dirección, como la Secretaría de la Mujer, y más tarde la Secretaría de Organización.
En las primeras elecciones de 1977 fue candidata por la lista del PSOE, en el número cuatro, y llegó a ser concejala en la primera legislatura del Ayuntamiento de Ciudad Real. Desarrolló una labor importante, por ejemplo, en el mercado de abastos y otras áreas, lo que le costó cierta persecución de la extrema derecha: llamadas, interrupciones en mítines, etc. en los comienzos de la Transición.
Un personaje clave en el PSOE
Teresa fue un personaje clave en el PSOE de Ciudad Real. También fue fundadora de la Asociación Democrática de Mujeres Manchegas, impulsora de uno de los primeros centros de acogida para mujeres. Una figura muy bien estudiada por Ángel Ramón del Valle Calzado y María Carrascal, autores de su biografía para el Diccionario Biográfico de Castilla-La Mancha.
Teresa nació y murió en Ciudad Real. Su perfil político es muy interesante por su temprana implicación con el PSOE, pero también por su vertiente personal. Nació en una familia humilde, quedó huérfana de madre y tuvo que sacar adelante a la familia. Su educación fue prácticamente autodidacta: compatibilizó trabajos con formación para aprobar la oposición. Incluso intentó estudiar Relaciones Laborales, aunque no terminó la carrera.
Su sentimiento social, vinculado a su trayectoria vital, la acercó a las Hermandades Obreras de Acción Católica, los cristianos de base, lo que la conectó aún más con la realidad social de Ciudad Real, como resaltaba Esther Almarcha, directora del Centro de Estudios de Castilla-La Mancha que destacaba su participación en acciones para ayudar a mujeres en situación de pobreza y violencia de género. Además, fue secretaria provincial en los inicios de la Hermandad de Donantes de Sangre, porque le interesaba todo lo relacionado con la solidaridad.
Ese perfil humanista explica que, cuando llega la alcaldía de Ciudad Real, Lorenzo Selas la nombrara teniente de alcalde, pese a no ser de UCD. Conocía su cercanía a la gente, y por eso la puso al frente del mercado y el matadero, tareas nada fáciles.
Estaba en la lista para fusilar tras el 23F
No le temblaba el pulso: nada más morir Franco se negó a realizar ciertas actuaciones que muchos funcionarios hicieron casi obligados, como ponerse el brazalete negro. Ella se negó en redondo. Además, no le gustaba recibir las prebendas que le correspondían como concejala. Sabemos, por ejemplo, que si la invitaban a un baile, pagaba su entrada porque decía que, si no pagaba, no iba, siendo muy consecuente con sus ideas.
Y no solo esto: ese perfil tan definido determina que, ahora que hablamos de los años 50 de la muerte de Franco, apareciera en un listado de personas que, si hubiera triunfado el golpe del 23F, había que fusilar.
En la refundación del PSOE tenía el carnet número dos, lo cual no es ninguna tontería. Era una mujer con una impronta marcada: por un lado, religiosa, con una visión muy cercana a las personas; por otro, implicada políticamente para mejorar la situación. Fue concejala en el primer ayuntamiento democrático tras las primeras elecciones, junto a dos concejalas de UCD: Matilde Fisac y Carmen Carnicero que, por justicia, también hay que recordar, decía Sánchez, que la conoció en una época en Izquierda Unida, porque se enfadó mucho con el referéndum de la OTAN. "Me consta que se separó del PSOE por aquel tema, igual que otras personas del partido", comentaba.
Para nadie pasó desapercibida
Según recoge su biografía, en su sepelio todos sus amigos la despidieron con estas palabras:
“Se podrán decir muchas cosas de Tere, pero lo que es seguro es que para nadie ha pasado desapercibida. Su capacidad crítica frente a la vida y las instituciones, su lucha efectiva por la dignidad de las personas, su compromiso político en tiempos difíciles, su peculiar sentido del humor; son motivos más que suficientes para decir que su lucha no fue una lucha baldía (…) para hacer un mundo más justo y más fraterno”.




