El señuelo y las liebres

León

A la gran mayoría de los leoneses nos importa un carajo que el Hostal de San Marcos duplique o no la capacidad hotelera que presta servicios a una adinerada clientela que puede pagar sus elevadas tarifas. A salvo sus valores patrimoniales, que esos sí nos pertenecen, este hotel de titularidad pública deberá medir sus inversiones bajo el sólo criterio de la rentabilidad. Para la marcha de la economía provincial este es un asunto que añade pocas plusvalías.

La cantinela que venimos escuchando desde hace meses, años quizás, por parte del grueso de nuestros provincianos políticos sobre la citada ampliación de San Marcos parece un señuelo que oculta otras liebres que sí son de nuestro interés. Seguidor de señuelo, ayer mismo, el secretario provincial de los socialistas anunciaba a modo de regalo prenavideño la presentación del proyecto de ampliación del citado hostal. Albricias.

Yo pienso que prefieren mareas la perdiz con el hostal que debatir sobre la conveniencia, por ejemplo, de asuntos como buscarle un final al campo de tiro del Teleno. En plena comarca de la Maragatería, las maniobras militares provocan frecuentes incendios, destrozan los caminos, rebajan calidades de vida y menguan las opciones de un desarrollo turístico que evite la despoblación.

Todo un síntoma. Mientras el señor alcalde se ha gastado -para regocijo de los peces- unos miles de euros en remodelar el Puente de los Leones y hacer ondear sobre mástiles de acero inoxidable ocho banderas de León y España, los alumnos del céntrico colegio público San Claudio de la capital tienen que abrir sus paraguas en la clase para evitar las goteras que provoca un destartalado tejado. Hace años que el AMPA viene reclamando unos arreglos, cuyo coste no alcanzaría lo gastado en el puente de las banderas. Ayuntamiento de León y Junta tienen una responsabilidad compartida en el mantenimiento de las condiciones de habitabilidad de este centro público.

Para esta clase política los maragatos son un pueblo paciente y diezmado de habitantes que pueden seguir soportando las inclemencias del campo de tiro que limita sus condiciones de vida. En cuanto a las goteras de un colegio público ni las ven, ni las sienten, porque sus hijos/as son alumnos de centros de enseñanza bien uniformados que carecen de goteras en el tejado.