Lolín

León

Botas camperas , melena al viento, gafas de sol ocultando siempre la mirada de niño , sonrisa pícara, chaquetón de cuero, y una barba blanca y rala que compensa la estampa juvenil de sus sesenta y tantos. Así era Lolo, nuestro Lolo, que , sin avisar siquiera , se ha ido a dar una vuelta por el León cósmico . Él , tan negro por fuera, era de una blancura luminosa por dentro, de una luz acogedora que brotaba en cuanto se cruzaban dos frases.

No se puede descartar que esté ahora mismo exigiendo autonomía para León solo en las mismas barbas de San Pedro, mientras con mano diestra le hace una viñeta sobre las injusticas celestiales al encargado supremo de la cosa.

Sobre las de aquí puso siempre el foco de su arte. No hubo causa que no recibiera su mano abierta cada vez que fue reclamada. Viajaba siempre con él la solidaridad sin tasa , la risa sanadora, la bonhomía, la terca honestidad de quien defiende su verdad sin trampas ni intereses.

Te nos has ido muy pronto, compañero, y los ojos lloran ya tu ausencia en todos los rincones legionarios, maldiciendo las prisas de la Parca, lamentando el último abrazo que no dimos , la palabra que se quedó en el alero de la boca sin ser pronunciada. Por ejemplo: gracias por tanto, Lolín.

Ahora ya podemos decir que ha llegado el invierno y el corazón es un pajarillo aterido por el frío de tu ausencia.