No somos húngaros

León

El 20 de diciembre del pasado año, el presidente Mañueco anuncia en su cuenta de twiter, sin admitir preguntas, la disolución de las Cortes y la convocatoria de elecciones anticipadas. El presidente de la Comunidad de Castilla y León rompía así el pacto de gobierno con Ciudadanos y comenzaba un previsible peregrinaje hacia los infiernos políticos, esta vez de la mano de la extrema derecha.

Un año después, este presidente ha logrado poner a esta Comunidad con las vergüenzas al aire en la Europa democrática. La caída de los niveles de prestigio y simpatía de esta región entre los ciudadanos españoles es un factor negativo para la demanda del turismo interior. Y la inestabilidad política e institucional no es la mejor carta de presentación para los inversores.

En pocos meses de gobierno han roto el pacto social que el presidente Juan Vicente Herrera promovió con los sindicatos a través del Servicio Regional de Relaciones Laborales. Los servicios sociales se han visto diezmados por la insensibilidad, ahora más acentuada, que la derecha suele mostrar hacia los más débiles.

El penúltimo vómito lo verbalizó el vitriólico e indocumentado vicepresidente García Gallardo, un prototipo de Vox. En presencia silenciosa del portavoz Fernández Carriedo, anunció un protocolo antiabortista, copia de la legislación en esta materia del ejecutivo húngaro, que viola la legislación española, menosprecia a las mujeres, ningunea a los médicos y enseña la perversión democrática a la que pueden llegar los pactos de populares y ultras.