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El Premio Castilla y León de las Letras 2022 recae en el escritor Fernando Sánchez Dragó

Por la "amplitud y solidez de su obra, torrencial, apasionada e inquieta", según acordó el jurado el galardón, concedido por unanimidad

Fernando Sánchez Dragó / RTVE

Fernando Sánchez Dragó

Valladolid

Fernando Sánchez Dragó ha sido reconocido con el Premio Castilla y León de las Letras, en su edición correspondiente a 2022. El jurado acordó, por unanimidad, concederle este galardón “por la amplitud y la solidez de su obra, torrencial, apasionada e inquieta, y siempre entreverada de elementos autobiográficos y visionarios, a la vez que fiel memoria de toda una generación y una época”.

El jurado quiso resaltar, según informó la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte a Ical, “su dilatada trayectoria divulgativa de la lengua y la literatura españolas, en especial en prensa, radio y televisión, donde ha dejado una huella imborrable, y su vocación de rescate de los marginados, de los heterodoxos y de los malditos de nuestra cultura”. Por último, también se valoró “el vínculo especial que el autor ha entablado con la provincia de Soria, siguiendo la tradición literaria de escritores tan ilustres como Antonio Machado o Julián Marías”.

El jurado, cuyo nombramiento se realiza por el consejero de Cultura, Turismo y Deporte entre personas de reconocido prestigio en el ámbito de la literatura y la lengua españolas, ha estado integrado en esta edición por Juan Manuel de Prada, escritor y galardonado con el Premio Castilla y León de las Letras 2021; José Luis Garci, director de cine y escritor; Francisco Javier Pérez, secretario general de la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE); Marta Herrero, catedrática de Paleografía y Diplomática de la Universidad de Valladolid; María Jesús Jabato, académica y escritora, y como secretario del jurado, Jesús Ignacio Sanz.

La nómina de galardonados hasta el momento con el Premio Castilla y León de las Letras incluye a Miguel Delibes, en 1984; Antonio Gamoneda, en 1985; Claudio Rodríguez, en 1986; Julián Marías, en 1987; José Jiménez Lozano, en 1988; Francisco Pino, en 1989; Rosa Chacel, en 1990; Carmen Martín Gaite, en 1991; José María Valverde, en 1992; Emilio Alarcos, en 1993; Victoriano Crémer, en 1994; Gonzalo Torrente Ballester, en 1995; Francisco Rodríguez Adrados, 1996; Gonzalo Santonja, en 1997; Antonio Colinas, en 1998; Antonio Pereira, en 1999 ; Luis Mateo Díez, en 2000; Eugenio de Nora, en 2001; y Elena Santiago, en 2002.

Agradecimientos de Dragó

El escritor Fernando Sánchez Dragó agradeció la concesión del premio por ser un galardón que llega “cargado de significación y emoción” tanto por su vinculación “personal, vital, existencial y literaria” con la Comunidad, especialmente con la provincia de Soria, que “viene de larga data”, como por ser un premio que recibe “en familia literaria”.

Y es que recordó Sánchez Dragó, en declaraciones realizadas a la Agencia Ical, que entre la nómina de escritores galardonados con el Premio Castilla y León de las Letras desde su puesta en marcha, en 1984, hay “muchos amigos” entre los que destacó a Julián Marías, premiado en 1987, al que conoció en la provincia de Soria; Claudio Rodríguez, “amigo y compañero de universidad”, que recibió el galardón en 1986; Gonzalo Torrente Ballester, a quien definió como su “comadrona literaria” y que fue premiado en 1995; o Antonio Colinas y Andrés Trapiello, que recibieron su galardón en 1998 y 2010, respectivamente.

Reconoció además que la concesión del Premio Castilla y León de las Letras no le sorprendió “del todo”, dada la “constante presencia de las tierras de Castilla” tanto en su obra literaria como en la periodística, especialmente de una provincia, la soriana, que recordó que recorrió de manera “mágica” con su gato Soseki y el libro dedicado a él, ‘Inmortal y tigre’, “indagando en las leyendas y monumentos” de las tierras altas sorianas.

De hecho, Sánchez Dragó apuntó que, además de pasar en dicha provincia su infancia y adolescencia, cuando se marchó al exilio durante siete años, “en tierras tan lejanas como Japón”, soñaba con regresar a España e instalarse en Soria, una “presencia constante” en su vida y donde, recordó, fue designado como Hijo Predilecto.

“Es la provincia que más fronteras tiene, crisol y tierra de paso donde se habla el buen castellano y a la que llevo vinculado 82 años”, rememoró el escritor, que también se reconoce en la descripción del jurado del Premio Castilla y León de las Letras cuando define su escritura como “torrencial, apasionada e inquieta”.

“Soy inquieto como un rabo de lagartija, ya que a los 20 años fui encarcelado, a los 22 años me casé y a los 23 tuve mi primer hijo, y he vivido en varios países del mundo”, comentó a Ical, además de también definirse como “apasionado, aunque la vejez me va calmando” y reconocer su escritura como “torrencial” porque, frente al “drama del folio en blanco” que, señaló, sufren algunos literatos, en su caso el problema es el del “papel excesivamente repleto” por la multiplicidad en el uso de “adjetivos y sustantivos, de formas coloquiales y cultas de la lengua”, un idioma del que los “jirones” han estado “muy presentes” en su obra.

 
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