Las otras violencias

Palencia

Que salga Palencia en la prensa nacional por este tipo de noticias, mejor no. Hace pocos días nos contaban que el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León confirmaba una sentencia impuesta por la Audiencia Provincial de Palencia por la que se condenaba a un palentino a más de18 años de prisión por violación y malos tratos continuados. Durante décadas, desde que ambos tenían 19 años, la violaba, le daba patadas, tortazos, la arrastraba del pelo y la golpeaba contra la pared, la insultaba, le obligaba a disfrazarse de prostituta para humillarla y le prohibía relacionarse con su familia. Pueden imaginarse el estado mental en que se encuentra actualmente la mujer. Es llamativo, sí. Es el machismo.

Pero eso ya lo sabíamos. Sin embargo se habla poco de las otras violencias, las camufladas, las que casi no son penales, pero que como un martirio chino estresan y destrozan la salud de muchas mujeres, generalmente, por ser madres y tener que mantener o proteger a su prole. Así lo es la violencia económica o patrimonial que consiste en el impago alternante de pensiones, o los retrasos deliberados cuando el individuo sabe que no se podrán pagar las facturas. O discutir hasta la mínima las gafas, la ortodoncia, las excursiones, las actividades extraescolares, etc., por no poner su parte de dinero. También lo es dejar un buen trabajo o falsear los ingresos para simular insolvencia y pedir rebajas en la pensión.

Otra forma de maltrato sibilino es la querulancia continua, meter escritos constantemente en los juzgados para pedir variación de condiciones económicas o de régimen de visitas o relacionados con la vivienda. Esto desestabiliza a la víctima que estará buena parte de su tiempo y sueño pendiente de acudir a juicio a defender lo que a su prole pertenece.

No hablemos de la violencia vicaria, del chantaje con los hijos, de hacer daño a la ex a través de ellos. Porque no sé si será la naturaleza o es de aprendizaje, que las mujeres madres protegen a sus hijos a dentelladas y sacrifican por ellos la propia vida, cosa que los machunos aprovechan en su propio beneficio sin que les importe el daño irreparable que hacen a sus propias criaturas. Desde los gritos atronadores y los descalificativos proferidos a la madre, hasta todas las demás violencias relatadas, ellos, los pequeños, también las sufren. Pero estas violencias, señoras y señores, sobre las mujeres son las que dice VOX que no existen.