El vecino de Fuentelcésped que preside la Ribera del Duero

Ribera del Duero

Desde hace unas semanas, la SER ha emprendido un nuevo espacio de charla amplia y singular que nos permite adentrarnos en la mente y los recuerdos de nuestras gentes, en sus curiosidades e inquietudes, y en definitiva, en su persona. Porque detrás de Enrique Pascual, el presidente del CRDO Ribera del Duero, hay muchas singularidades e historias que conocer, y lo hemos hecho además en compañía de los versos y la inquietud de Ausencio Frutos. Pascual es de Fuentelcésped. "La vida es bonita y dura. Tiene sus complicaciones pero es bonito vivir donde uno ha nacido, delante de quienes nos han visto crecer. Convivir. La niñez en un pueblo no tiene precio. Y tengo buenos recuerdos de los maestros, de algunos mejor que otros", dice, reconociendo que "sigo teniendo grandes amigos de la niñez; quedamos, comemos, pero el contacto lo mantenemos" y con una quintada que "no se paga con dinero".

La familia y el vínculo con el vino

¿Cómo llega Enrique Pascual al vino? "Me viene con mucha raíz familiar. He tenido la suerte vivir con mi padre, que era un apasionado del vino. De las personas que he visto sufrir por ver la decadencia de la viña. Disfrutaba también bebiéndolo, y tenemos un aparato de hace 70 años que mide el grado alcohólico. Que por cierto, da grado de más", ríe. Cuando habla de su madre, habla de una persona "con cariño entrañable y carácter", y además, "una cocinera excepcional", y mientras, a su hijo que está en Madrid "le veo con mucha frecuencia". "Te da pena que se marchen y vuelen, pero cuanto más alto vuele, será mejor para él. Está en tercero de Derecho, y le inquietan muchas cosas. Si tiene que coger el tractor lo hace con gusto, y le gusta. Y eso es bueno, que conozcamos lo nuestro", añade.

Enrique además de bodeguero es viticultor. Le gusta pisar la tierra. "Te hace tener juicio para opinar. Y cuando dices algo lo digas con conocimiento de causa", concreta. Como todos, ha soñado, y ha cumplido -lo de ser bodeguero sin ir más lejos-. "Luché para que saliera adelante y aposté por la zona. Y por la posición en la que me encuentro, si soy honesto, me siento agradecido a quienes me han permitido estar donde estoy, pero no es algo que pretendiera de forma ansiosa", comenta.

La transición de la Ribera

Del temor de su padre de ver que la comarca iba a menos, a ser una DO codiciada. "Mi padre fue a hacer una obra para una casa en la que pensaba vivir. Y realmente ese fue el arranque de nuestra bodega. Su desarrollo habla del desarrollo de la Ribera. Creo que ha sido parte del trabajo bien hecho por todos. Cuando se creó la DO se hizo con un rigor que no había en otro sitio. Era duro de admitir, te complicabas la vida, pero el tiempo ha demostrado que el recorrido mereció la pena", detalla Pascual, que ha ido a vendimiar "mucho" porque "siempre me ha gustado".

A Enrique le divierte echar la partida con sus amigos. Es de mus, guiñote, y lo que le echen. Pero sobre todo, es de vino, de la Ribera, y de su gente. Un hombre que, como el vino, ha dejado su paso y su poso por la vida.

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