La Ventana de León
Opinión

Barrul

Juan Miguel Alonso

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León

En este universo líquido en el que nos movemos, la mano de ostias que Antonio Barrul le ha dado a un presunto abusador en un cine legionario se ha convertido en el temazo semanal por obra y gracia de la verdad viral. La realidad se condensa en una video de 30 segundos que salta de pantalla en pantalla como un virus pandémico. El ojo emboscado de un móvil graba y escupe como una cobra posmoderna. No hay quien sobreviva a ese veneno.

El púgil ha mostrado su arrepentimiento y hasta el propósito de enmienda en todas las teles ibéricas como paso previo al perdón de sus pecados. El minuto de gloria se ha convertido en la semana de la fama y hasta el apuntador se ha alistado a la reflexión sesuda sobre los márgenes y la justificación de la violencia.

Aquí ha triunfado el sí pero no, el la puntita nada más, la condena con la boquita pequeña, aunque en realidad buena parte del pueblo filosofante aplaude esa dosis de justicia dada con más premura y proporcionalidad de la que suelen ofrecer los jueces y magistrados. Y, eso que aquí también condenamos todas las formas de violencia, incluidas las que suponen la mierda del trabajo precario, la imposibilidad de acceder a un vivienda digna para la mayoría, las listas de espera eternas que dejan más muertos de los que caben en los papeles.

Es intolerable el recurso a los puños en una sociedad civilizada, pero, esta gramática antigua, impartida a mano abierta o cerrada, a menudo genera unos estándares de aprendizaje muy ricos y una tasa de comprensión realmente sorprendente. Aunque un servidor la condene, mucho, eh, mucho…..