Las monjas cismáticas de Burgos mantienen su pulso a la Iglesia católica por una polémica operación de compraventa de conventos

Un cisma es una rama que decide separarse de la Iglesia por las malas, que es lo que han hecho unas monjas que, hasta ahora, eran conocidas por hacer dulces. Ahora también lo son por declarar herejes a todos los Papas desde Pío XII —solo muestran algo más de respeto a Benedicto XVI—, por alejarse de la Iglesia de Roma y por apuntarse a las filas de un falso obispo, que está excomulgado y que se relaciona con la secta del Palmar de Troya. Todo esto lo señalan en un manifiesto que no tiene desperdicio: dicen que las van a llamar cismáticas y locas, pero «no los creáis», piden ellas. De fondo hay un lío inmobiliario. «El cisma de Belorado y Orduña», puede ser el título que resuma esta historia que tiene detrás un asunto de compraventa de propiedades inmobiliarias. Lo protagonizan 16 monjas clarisas de clausura, que han anunciado su disposición a abandonar la disciplina del Vaticano, una fórmula que suena a cuando un jugador no acude a una convocatoria de la Selección de fútbol, por ejemplo. Mario Iceta es el arzobispo de Burgos y el excomulgado, Pablo de Rojas Sánchez-Franco, autoproclamado obispo, es un ultra-tradicionalista, cuyo abuelo fue gobernador civil de Jaén y jefe provincial del Movimiento Nacional, y que es considerado además líder de una secta fundada en Bilbao en 2005. Aquí no ha habido carta abierta en la red social X a la ciudadanía. El comunicado y el manifiesto lo ha recibido el arzobispo por WhatsApp. Ojo al contenido: Las monjas cismáticas quieren vender un convento que tienen en propiedad y que está vacío en Derio, en Vizcaya, y con esa venta pretenden hacer frente a la compra del monasterio de Orduña. Éste pertenece a la Diócesis de Vitoria, con la que tenían al parecer un acuerdo de compraventa. Al no obtener el permiso, plantearon como alternativa que un comprador ajeno a la orden abonara el millón de euros que queda pendiente para cerrar la operación del edificio de Orduña y que, cuando ellas estuvieran en situación de devolver ese dinero, el benefactor les transfiriera la propiedad. Sin embargo, todo esto no se llegó a cerrar ante las dudas de la diócesis sobre la identidad del comprador interpuesto. Esto motivó la rescisión del acuerdo de compraventa por parte del obispado vitoriano. Desde la comunidad de Belorado se pidió entonces una indemnización de 1,6 millones de euros por supuestas obras realizadas. La reclamación por este «Monopoly» religioso-económico está actualmente en los tribunales. Mario Iceta espera reconducir la situación, aunque todavía no ha podido hablar con sor Isabel, la abadesa, pero advierte de que si las monjas «confirman y persisten» en su rebeldía, serán acusadas de un delito de cisma, contemplado en el Derecho Canónico. Un sacerdote se personó en el monasterio de Belorado y, ante la ausencia de la abadesa, a través del torno, la vicaria ha confirmado el contenido del manifiesto y que ha sido firmado por unanimidad, algo que dudan. Si cuando uno se da de baja de operadora de móvil le hacen contraoferta, aquí parece que estamos un poco en esa misma fase. Monseñor Iceta ha puesto en conocimiento de la Santa Sede este presunto cisma y espera sus indicaciones. Como medida cautelar, exhorta a los fieles que se abstengan de participar en ningún acto litúrgico en el Monasterio de Santa Clara de Belorado donde tienen un obrador en el que elaboran dulces y trufas solicitadas por algunos de los mejores cocineros españoles. De hecho, fueron descubiertas por el chef Pedro Subijana cuyo restaurante, por cierto, se llama Akelarre. De momento, nos quedamos en un posible cisma.

Las monjas cismáticas de Burgos mantienen su pulso a la Iglesia católica por una polémica operación de compraventa de conventos

16 monjas de clausura, clarisas, anuncian en un comunicado su disposición a abandonar la disciplina del Vaticano

Mario Alejandre

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