Tal día como hoy hace diez años

Se cumplen 10 años del asesinato de Isabel del Gran Poder y los papeles y los plasmas se llenan de reportajes, cronicones y programas varios que, como mulas atados a la noria , vuelven y vuelven a girar alimentando la noria del morbo.

Mucha nueva vieja hemos conocido de la finada y de las asesinas, particularmente de estas: su carácter iracundo y divino, incluso en las estancias talegueras, del kilo de maría que apareció en su casa y que parece que era para consumo propio, si que nadie haya hecho la cuenta de los canutos diarios que hay que fumarse para alcanzar ese promedio, de las armas que compraron a un yonqui ya fenecido en el lumpen gijonés, de la doliente Raquel Gago, la poli local, que guardó treinta horas el arma homicida, sin que se haya establecido más explicación para ese suicidio penal que la amistad con la rencorosa Triana

Sin embargo, apenas se ha rozado la figura de la asesinada, más allá de un elogio fúnebre que una década después no es sino impostura y convención. Y muchos de los que , en aquel instante fatídico, celebraron la bala, hoy se golpean el pecho y postulan a la víctima como ejemplo y modelo.

Y cuando se pregunta a los herederos de Carrasco por el olvido en que ha quedado la finada, su figura y trayectoria, el sucesor de la misma al frente de la Diputación , Juan Martínez Majo, responde entre balbuceos: g No sé por qué no se ha hecho un homenaje , nadie lo ha pedido, ahora probablemente ya es tarde. Pero todos sabemos por qué no se ha hecho ese homenaje , por qué nadie entre los suyos lo ha pedido y, sobre todo, sabemos que es poco elegante hablar mal de los muertos. Por eso, a veces, es más digno dejar que el silencio barnice la verdad y el recuerdo.