Historias de Salamanca. La casa noble que se hizo Museo de Salamanca

Salamanca

El Museo de Salamanca ocupa desde 1947 la llamada CASA DE LOS DOCTORES o casa de Álvarez Abarca, una casa del Renacimiento salmantino con elementos góticos, que algunos especialistas sitúan en 1507, cuando comenzó su construcción por encargo de Fernando Álvarez Abarca, que fue médico de Isabel la Católica y la reina Juana, y profesor de la Universidad de Salamanca, con la que tuvo pleitos porque sus ocupaciones atendiendo a las reinas le mantenían alejado de sus obligaciones docentes.

Fernando Álvarez Abarca tuvo una hija, Ana, que ha pasado a la Historia por ser la esposa del comunero Francisco de Maldonado, ajusticiado en Villalar, y por inspirar a Fray Luis de León su obra la Perfecta Casada. Así pues, el comunero Maldonado era yerno de don Fernando Álvarez de Abarca, que empeñó su prestigio el recuperar el cuerpo de su yerno y parte de sus bienes incautados por Carlos I.

Fernando Álvarez de Abarca consiguió enterrar a su yerno en el vecino convento de San Agustín, donde él mismo, su esposa y su hija, también lo fueron, aunque la Guerra de la Independencia borró toda huella de aquellos enterramientos, incluido el de Fray Luis de León, que gracias a una excavación pudo ser rescatado.

Precisamente, al final de aquella guerra los agustinos vivieron en esta casa de los Álvarez Abarca, que desde 1671 había sido sede del Colegio de Alcántara, entre otras cosas.

Después de los agustinos pasaron por la casa otros vecinos y cierto abandono la fue invadiendo hasta que en 1942 el Estado decide comprarla y rehabilitarse para establecer en ella el MUSEO DE SALAMANCA, un museo que hunde sus raíces en la segunda mitad del siglo XIX, que comenzó en San Esteban, recaló en el Palacio de Anaya y hasta ocupó entre 1970 y 1974 la Casa de las Conchas temporalmente. Es el museo más antiguo de Salamanca y uno de los protagonistas de este DÍA DE LOS MUSEOS, muy celebrado en Salamanca gracias a otros como el de la Casa Lis, el del Museo de Automoción, el Taurino, el de Unamuno y el de Comercio, por ejemplo, que se unen a otros de la provincia como el de Santa Teresa, en Alba, y el judío en Béjar, con el de Valeriano Salas o el de Mateo Hernández, el de las Carmelitas de Peñaranda o el de la Guerra de la Independencia y el del Orinal en Ciudad Rodrigo.

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