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Historias de Salamanca. El convento de las Agustinas, de Monterrey a la casa de Alba

El histórico monasterio salmantino acogió a la hija del influyente VI Conde de Monterrey, mecenas y coleccionista de arte en el siglo XVIII.

Historias de Salamanca 23 mayo 2024

Salamanca

El Palacio de Monterrey por un lado y el Convento de las Agustinas por otro dan forma a la Plaza de las Agustinas, que toma su nombre del histórico y extenso convento vinculado a la figura del VI Conde de Monterrey, Manuel de Zúñiga y Fonseca.

¿Un devoto que buscaba un lugar en el cielo?

Sí. Sin duda. Pero también un padre celoso, que quería tener cerca a su hija.

Para ella mandó hacer este formidable convento de las agustinas.

La hija de don Manuel de Zúñiga y Fonseca se llamaba Inés Francisca de la Visitación y –como no podía ser de otra forma—terminó siendo la priora de este convento que tiene una parte pública, la iglesia, y una privada, el convento.

La iglesia es conocida popularmente como La Purísima por el cuadro de José de Ribera que preside el retablo. La famosa Inmaculada Concepción de Ribera es una de las obras de arte imprescindibles de Salamanca, que aparece rodeada de otras pinturas de gran valor, entre ellas una de San Agustín que se atribuye a Rubens. Una iglesia en la que no falta el mármol de Carrara ni la influencia italiana: el trazado es de Bartolomé Piciatti y el interior de Cosimo Fanzago.

Esta presencia italiana tiene mucho que ver con sus años de residencia en Italia como embajador en el Vaticano y como virrey de Nápoles, que le formaron como mecenas y coleccionista de pintura en la España del siglo XVIII.

La iglesia comenzó a construirse n 1636 y todo el conjunto conventual finalizó en 1687.

Un conjunto que se alza sobre dos claustros. Uno pequeño y cercano a la Plaza de las Agustinas y otro más amplio, con jardín y huerta, más cercano a las calles de Cañizal y Santa Catalina.

En el lado este se halla limitado por la calle Compañía.

Entre estas paredes vivió doña Inés incluso antes de profesar como monja en 1656, llegando a ser priora en 1682.

Doña Inés, madrileña, vivió sus primeros años en la Corte, pero en cuando la edad se lo permitió ingresó en el convento con 16 años para seguir los pasos de la figura de la época, que no era otra que Santa teresa de Jesús.

Y como la santa de Alba, también Inés se las vio con mil y un problemas basados en acusaciones. Entre priorato y priorato doña Inés ejercía de sacristana o tornera.

Y en el convento murió en 1715, el 2 de septiembre de 1715. La imagen de Nuestra Señora de la Consolación que fue llevaba a su celda ante la gravedad de Inés, poco hizo.

Tenía 75 años cuando falleció.

El condado de Monterrey, entonces, pasó a Inés de Francisca de Zúñiga, que falleció sin sucesión, pasando el condado de Monterrey a Catalina de Haro, esposa del X duque de Alba, Francisco Álvarez de Toledo. Desde entonces el Palacio de Monterrey y el Convento de las Agustinas están vinculados a la Casa de Alba.