La N-122 hace perder vidas, pero también oportunidades
Muchos profesionales sanitarios o educativas prefieren no jugarse la vida en la carretera cada día, como hace Rodrigo Ortega para desplazarse a Valladolid, y rechazan acudir a la comarca
La N-122 hace perder vidas, pero también oportunidades
Peñafiel
Encontrarse recurrentemente con accidentes, a veces muertos, y personas que conoces. Familias rotas ante la nula capacidad de los políticos de turno de compadecerse y mostrar su pésame cuando son los responsables de que la infraestructura en la que perdieron la vida no tenga al lado una autovía que dote de más seguridad. Es el relato que compartía en estos micrófonos la pasada semana Jesús Cuadrado. Una de las muchas personas que habitualmente transita la N-122, o como algunos ya apodan, la carretera de la muerte. En estos últimos 30 años suma más de 500 muertos y 7.000 heridos, además de accidentes que se suceden; él último por cierto se daba esta misma mañana en Castrillo de la Vega, en Burgos.
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Como se antoja necesario hacer ruido para que por enésima vez la necesaria A-11 y sus tramos y retrasos no caigan en el olvido, sumamos nuevas voces y testimonios. Gente que transita diariamente esta vía. Es el caso de un compañero periodista de La Razón y residente en Peñafiel, Rodrigo Ortega, que lleva 20 años viendo de todo en la 122.
Adelantamientos temerarios, coches que tienen casi que meterse en el arcén, un tráfico creciente independientemente del horario y cargado de vehículos pesados. Es la radiografía de los datos y las experiencias. A ella hay que sumarle la otra parte existente pero invisible, la pérdida del atractivo que supone para profesionales sanitarios o educativos el desplazarse cada día a trabajar a Peñafiel, cuando de por medio hay una carretera, una infraestructura, que en vez de acercar, aleja.
Los testimonios de Ortega pueden reproducirse en la entrevista cabecera.
Jorge Alvarado
Periodista. Responsable Digital de la SER en...