Y un ángel volvió a disipar las tinieblas en Aranda

Aranda de Duero

O no atinaron las predicciones o la fuerza de la Pascua pudo con el amago de lluvia que en la mañana de este domingo de Resurrección amenazaba con deslucir el ritual más genuino y espectacular de la Semana Santa arandina. Pero las cuatro gotas que cayeron en la Plaza de Santa María un cuarto de hora antes de la hora prevista para la Bajada del Ángel no desanimaron ni a los organizadores ni al público que desde dos horas antes había comenzado a tomar posiciones para no perderse ni un detalle de un rito que, pese a repetirse milimétricamente cada año durante décadas, puede que siglos, sigue siendo nuevo cada vez. Este año, eso sí, el público que aguardaba el momento culminante pudo apreciar la renovación de la cajonera adosada a la fachada de Santa María, que lucía como nueva tras ser recubierta con un vinilo en el que a las nubes se les ha añadido el vuelo de tres palomas.

Y el que se subió a las alturas sin ningún miedo a la lluvia ni a ninguna otra cosa fue Hugo Saeta Castrillo, el niño alado que este año se tomó con toda seriedad su misión fundamental: agitar piernas y brazos mientras era descendido del globo abierto en que se situó sobre la Virgen enlutada para retirarle el velo negro de la cabeza y que sus ojos maternales quedaran justo enfrente de la imagen de su Hijo Resucitado.

Vivaracho y desenvuelto, Hugo soltó primero las palomas ante la aclamación general para no dejar de mover piernas y brazos, mientras, velo en mano y arrojada al suelo la corona, era ascendido y descendido sobre la Virgen para realizar sus tres reverencias.

Entre el público, un año más arrobado por la fantástica plasticidad de este rito, frente a la de por sí imponente fachada de la iglesia de Santa María, padre y madre de Hugo, Iván y Verónica, seguían con emoción el vuelo de su criatura.

Y también su abuelo, Julio Saeta, que escoltaba a la Virgen como presidente de la Cofradía de Las Candelas, titular de la imagen y organizadora de la Bajada del ángel.

Un acto que para Julio Saeta ha supuesto recuperar las emociones de seis décadas atrás, cuando él mismo protagonizó este rito dos años consecutivos, en la década de los sesenta del pasado siglo.

Concluida la Bajada, el niño ángel ha continuado su misión. acompañando a la Virgen bajo las andas durante la procesión del Resucitado, organizada por la Cofradía más joven de la villa arandina, en la que la Virgen, ya desvelada del luto, ha precedido por las calles más céntricas de Aranda a la imagen triunfante de Cristo resucitado.

Y sin una gota de agua, pese a que los cielos arandinos no han querido abrirse a los rayos del sol en esta mañana de Pascua. Pero no ha faltado el brillo: al ángel Hugo le ha sobrado encanto y gracia para iluminar la mañana de Pascua en Aranda