Tres maestros y una maestra en el callejero abulense

Ávila

En la última entrega del 'Abulenses Lejanos' del presente curso radiofónico, Sonsoles Sánchez Reyes ha resaltado la figura de cuatro personajes que dan nombre a otras tantas calles de la ciudad. Y la característica común de los cuatro es que fueron profesores en la ciudad.

Francisco Gallego

Esta calle, que comienza junto al arco del Rastro, recibió ese nombre hace un siglo, en enero de 1925, gracias a la iniciativa de un grupo de antiguos alumnos.

Francisco Gallego fue profesor precisamente en esa calle, en la Escuela Pública de Nuestra Señora de Sonsoles que se encontraba allí. Era vallisoletano afincándose en Ávila por motivos laborales y donde se casó y desempeño su vida profesional hasta 1913.

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Falleció en 1924 y en ese mismo año, 74 de sus antiguos alumnos firmaron una propuesta en la que solicitaban una calle para su profesor. Fue además la primera vez en que la ciudad dio nombre a una calle gracias a la iniciativa de un grupo de ciudadanos ajenos al consistorio.

Rufino Martín Velasco y Emiliano Bernabé

Las dos calles que tienen estos nombres están ubicadas en la zona sur de la ciudad y recuerdan a estos dos profesores que ejercieron su profesión en el Colegio Nuestra Señora del Carmen.

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Era un centro educativo privado ubicado en la por entonces Plaza de Santa Catalina, hoy Plaza del Doctor Benigno Lorenzo Velázquez. Durante 30 años trabajaron allí y también en la Escuela Patronato de Santa Teresa de Jesús para obreros.

Rufino Martín falleció en 1944 y Bernabé en 1958. Este último vivió toda su vida en el Torreón de los Guzmanes, hoy sede de la Diputación. Su padre fue administrador de la Condesa de Crescente, propietaria del edificio y él heredó esa función.

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Fue en junio de 1964 cuando el ayuntamiento aprobaba la concesión del nombre de ambas calles a iniciativa, también, de grupos de antiguos alumnos.

Vicenta Manzanedo

Nació en la provincia de Salamanca, en Ciudad Rodrigo en 1874. Llegó a Ávila con 18 años para ejercer su profesión en Casavieja y después en la capital amurallada durante los 52 años de su trayectoria laboral.

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En la ciudad fue profesora de lo que entonces se conocía como el Corralón, la Escuela de Párvulos, ubicada en el antiguo Palacio del Rey Niño, solar que hoy ocupa la Biblioteca de la Junta de Castilla y León.

Se jubiló con 70 años y unos meses en 1944. Cumplía años en enero y consiguió del Ministerio la autorización para finalizar el curso. Falleció con 77 años y la ciudad la recuerda con el nombre de una calle.