Doce horas de cola para conseguir una mesa: el éxito de un pequeño restaurante de Valladolid
Algunos de los comensales han pasado la noche a la intemperie para garantizarse una reserva

Restaurante Martín Quiroga en Valladolid / Google Street View

Valladolid
Sucedió hace un año y se ha vuelto a repetir. La apertura de las reservas en el restaurante Martín Quiroga de Valladolid para conseguir sentarse a a una de las cuatro mesas que tiene en su interior han vuelto a dejar imágenes más propias del concierto de una estrella de la música.
Los hermanos Nicanor y Marcos no están en el firmamento que conoceremos a finales de este mes pero tampoco les hace falta. Su local nunca está vacío. Y la fidelidad de los clientes, en cambio, les abruma. Para poder reservar y disfrutar de su carta, una de las que mejor relación calidad-precio tiene en la capital del Pisuerga, no hay páginas web ni aplicaciones que valgan.
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Analizamos el éxito del restaurante Martín Quiroga de Valladolid
Hay que hacerlo presencialmente o, tentando a la suerte de cada cual, llamando por teléfono. Y esa presencia se concreta en un sólo día del año. O mejor dicho, en unas pocas horas, porque la demanda y la expectación es tanto que ya tienen listo todo el libro de reservas para 2026.
En plena noche, a la hora de la cena, este lunes ya había personas en una de las aceras estrechas que bordean la Plaza de las Brígidas de la capital vallisoletana, cuando esa plaza ya enfila hacia San Ignacio y el Palacio de Fabio Nelli. El termómetro empezaba a desplomarse mientras en el José Zorilla el Real Valladolid sufría lo indecible para ganar al Granada. Con poco más de cinco grados en el termómetro ha discurrido la madrugada y el amanecer ha pillado a esos primeros futuros comensales sin una sóla muestra de arrepentimiento.
Los dos cocineros, discretos en su trato, no terminan de explicarse del todo el furor que su propuesta genera entre el público. El ambiente en el local es prácticamente familiar y muchos de los que ya saben cuándo comerán en Martín Quiroga el año que viene es porque ya lo han hecho en el pasado.
Quien ya ha probado el carpaccio de gambas, por ejemplo, sabe que es un clásico de una carta que se va actualizando sin estridencias, al estilo con el que gestionan el negocio.
Si alguien se ha quedado con las ganas o le ha sido imposible estar al tanto de la apertura -y clausura- de las reservas de 2026 siempre queda la opción de disfrutar de la misma oferta culinaria en la también pequeña barra que tiene el restaurante.

Mario Alejandre
Valladolid, 1977. Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Pontificia de Salamanca....




