Jesús de Andrés 'Campillo': una vida marcada por el fútbol en Aranda de Duero

Aranda de Duero

­Hubo un tiempo siendo niño –y ya hace mucho de aquello– en el que era muy habitual ver pasear a numerosas personas los domingos por la tarde con un transistor en la mano. Las orillas de la carretera eran un paseo habitual y se veían hombres solos o parejas cogidas de la mano, o familias enteras subiendo hasta la Virgen y regresando con la compañía del soniquete de las retransmisiones del fútbol dominical. El fútbol ha ocupado tantos espacios en nuestra vida que ha ido inscribiendo incontables recuerdos en la piel de nuestra memoria. El fútbol era y es radio; era y es alborotado alborozo de niños tras un balón en las plazas; era y es pasión y sentimiento de seguidores; era y es esperanza, ilusión, frustraciónes o celebración; era, es y seguirá siéndolo.

Y el reflejo de esos recuerdos que se organizan entorno al concepto de fútbol siempre viene acompañado por la imagen de personas muy concretas y muy reconocidas por todos y cada uno de nosotros. Porque hay personas estrechamente ligadas a una palabra, a una idea, a un concepto, a un estilo de juego y de vida de la misma manera que hay palabras asociadas a la historia e imagen de algunas personas. Y en Aranda de Duero, indudable e inequívocamente, relacionamos sí o sí la palabra fútbol con JESÚS DE ANDRÉS, ‘CAMPILLO’.

Su apodo, su pueblo

Tras esta introducción de Ausen Frutos, saludamos al que sin lugar a dudas es un emblema del fútbol en Aranda de Duero. Lo fue desde sus inicios como jugador, pero también lo ha sido después y actualmente en esa parte de gestión, de lucha no siempre visible, y marcado por el altruismo. "El fútbol es mi vida. Empecé jugando en Campillo con mis amigos, luego pasé a estar cuatro años fuera, en Salamanca y Granada, y siempre estaba ahí el fútbol. Y ya luego era jugar los torneos, luego en la Gimnástica Arandina... Era mi ilusión. Luego vas creciendo, viviendo el mundo de entrenar, desplazarte. Y hasta donde hemos llegado. Más 30 años en la Arandina CF, desde el 88 siendo juvenil cuando debuté, hasta 2018, entre presidente seis años, y vicepresidente-gerente", refleja.

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Una vida en hermandad

Los inicios de Jesús no tienen sentido sin su pueblo, que también le da nombre con el apodo, lo que reconoce, le llena de orgullo. "Tengo anécdotas incluso en el trabajo de que la gente me busque por Jesús Campillo, o me pongan Jesús en la camiseta y no reconocerme", bromea, antes de recordar una infancia marcada por la escuela y, cómo no, el fútbol. "Era un balón duro, de plástico. Pero daba igual. Y tenía compañeros mejor que yo. Y todos los domingos íbamos a jugar a las eras. Somos una familia de siete hermanos, que yo soy el más pequeño. Y todos chicos", detalla. Uno de esos hermanos tenía síndrome de down. "Hay que vivirlo para conocer ese cariño. Él venía un finde al mes, quería que yo fuera a por él y le llevara de vuelta. Si no se enfadaba. Y además era el querido del pueblo. Ya no está con nosotros pero es fantástico tener un hermano así. Hace familia", dice, emocionado.

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Estudió en un colegio de seminaristas, lo que le ha aportado valores que, de alguna manera, comparte ahora con los niños a los que entrena. Y a su puerta también tocó el amor. "En el Sandoval, al que llegué tras la experiencia fuera, empiezas a hacer amistades. Y ahí aparece Isa, en unas fiestas de Aranda. Fuimos a comer un bocadillo, nos sentamos en la acera, dos chicas se sentaron enfrente y empezamos a bromear, y ahí empezó el contacto. Yo empecé con ella en el 90. Luego nos casamos en el 98. Y ha aguantado mucho, sí", reconoce.

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El fútbol, un pilar

A raíz de salir de la Arandina "vivo más feliz", porque las preocupaciones "te afectan en todo, y te quitan la vida". Ahora, vive "de otra forma". Pero esa salida, reconoce, sí fue una forma de echarle. "Fue duro porque las formas no fueron correctas. Cuando alguien toma esa decisión no siente el club. Y así ha pasado. Pero igual a partir de ahí empecé a vivir. Y la mayoría de la directiva salió conmigo. Siempre estaban a muerte", explica Campillo, que lamenta que de los 20 equipos que llegó a tener el club, haya pasado a no tener ninguno, fruto de una nefasta gestión por la última directiva.

"Dejé el club, un señor club, con dinero y superávit a base de currar y currar. Y había que sacar 600-700.000 euros. Y se sacaban sacrificando mucho de tu vida. Había mucha gente que seguía porque le generabas confianza", lamenta, viendo el contraste y la situación en la que ha quedado el club. Al respecto, reconoce que la situación actual de la Arandina "es una pena, por lo que hicimos poniéndola en el mapa siendo referente de Castilla y León". Varias veces le llamaron para intentar rescatarla, cuenta, "o para aprovecharse de mí", pero no tenía confianza suficiente para dar el paso.

Campillo creó en su día el Atlético Aranda 1503. Solo con el objetivo de seguir disfrutando del fútbol. "Buscábamos una identidad", refleja, explicando cómo han ido creciendo, disfrutando, con equipos de fútbol sala, 7 y 11, aunque reconociendo que debería haber un proyecto común que englobara todo, para no diversificar el talento. Con unidad.

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Al Campillo futbolista siempre le dolía perder por la afición. Sus hijos, Raúl y Roberto, han seguido caminos diferentes, aunque con unión con lo deportivo. Era una forma de pasar tiempo en familia. Porque de esto va el deporte y la vida. De crear familias. De sangre, de amigos... y por qué no, de fútbol.

Este Viaje por la Memoria, junto a Ausen Frutos y Valentín García puede reproducirse al completo en el audio superior.