Optimizar
La columna de Rafa Gallego: Optimizar (19/12/2025)
León
Hay un momento en el que te haces consciente de tu fragilidad y eso que tenemos en la memoria biológica una cierta idea de eternidad. Lo pienso ahora que una circunstancia fortuita me colocó el viernes ante el espejo de mi vulnerabilidad, pero creo que lo he sabido siempre y que lo que me pasaba es que no quería hacer caso de esa evidencia. No sé si compartes esto conmigo, que tendemos a vivir como si nunca nos fuera a pasar nada. Contamos anécdotas, inventamos juegos o los reproducimos, animamos nuestra vida cotidiana con elementos estimulantes, en especial estos días previos a la Navidad. Yo creo que casi más que en las fiestas mismas: el pincho de la empresa, la comida o la cena de navidad con unos, con otros y con los de más allá, los elfos que se esconden, el amigo invisible, el derroche de luces de colores, los adornos, la vida señalada de luz y color en días que vivimos pensando que sus horas son de otra pasta. Nos hacemos viejos cada minuto en la idea inequívoca de que seguimos siendo la misma persona que hace veinte, treinta, cuarenta años, yo que sé.
Esa fantasía de permanencia viene de la experiencia inequívoca de que todo lo que compone nuestra vida tiene un sujeto único: yo que experimento lo que sucede. Y de repente, hay algo que te coloca y ya no necesitas mirar el DNI para ser consciente de tu realidad. Nos pasa a muchos niveles. Te pongo un ejemplo: hay empresas que funcionan con la idea de que todo lo que funciona bien seguirá funcionando bien; que el éxito se asegura solo con encender las luces y levantar la trapa, porque desde que empezaron a tener éxito siempre había sido así.
La empresa que nos acogió en una de esas comidas en las que solo con mencionar las palabras “grupo” y “Navidad” el precio del menú sube en un porcentaje que no sabría decirte es de estas que están pensadas para optimizar el beneficio: menús cerrados y comprometidos, con pagos por adelantado para evitar el riesgo de cancelaciones y, si falla un comensal, cobro de su menú y advertencia en letra pequeña de la oferta en la que se limita la cantidad de vino por el precio pactado. Una idea infantil de eternidad porque, por mucho que te ilusione la Navidad, tanto optimizar termina por tocarte las narices. ¡Feliz Navidad, que ya hablaremos del año nuevo!