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Una víctima del pistolero de Tarragona: "Sonrió antes de dispararme. Venía a por mí"

Luisa Rico, la superior del exvigilante de Securitas, siente decepción por la eutanasia que ha recibido este martes el acusado: "La Justicia me ha fallado. Necesitaba que se le juzgase"

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Ocho meses después, sigue reviviendo la misma pesadilla, la del 14 de diciembre de 2021. Luisa Rico trabajaba en una oficina de Securitas en Tarragona. Entre sus trabajadores estaba Marin Eugen Sabau, de 42 años, que estaba de baja. Ese día se presentó en la oficina y disparó contra ella y otros dos trabajadores: "Cuando me vio, sonrió, venía a por mí", explica en declaraciones a SER Catalunya. Rico ha decidido romper su silencio el día en que el hombre acusado de intentar matarla ha recibido la eutanasia y, por tanto, se cerrará la investigación contra él: "Aún no me lo creo. No es justo. La justicia me ha fallado", lamenta.

"A mí me da igual que mañana [Sabau] no esté. Yo pienso todos los días. Aquellos minutos, esas horas, me vienen la cabeza cada día, más de una vez", admite temblorosa al otro lado del teléfono . Desde ese día no puede estar sola, no puede salir a la calle si no es acompañada y no ha podido ni volver al trabajo ni pasar cerca de la oficina en la que fue atacada. "Un ruido fuerte que me sorprenda de repente me altera. Me ha cambiado la vida", asegura Rico.

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Lo recuerda todo con una claridad que le asusta, "como si fuera esta mañana o hace unas horas". El día del ataque, Rico acaba de salir de la sala de reuniones para buscar documentos. "Escuché unos ruidos, pero no los reconocí como rasgos porque nunca te lo imaginas", relata. Enseguida vio a Sabau. "Le reconocí la voz y me pregunté: ¿Qué hace este aquí vestido de esta manera?". Sabau había accedido con chaleco antibalas y varias armas largas y cortas.

Cuando Rico entró en la sala de reuniones, vio a su jefe herido de bala. Sabau le había disparado y ahora iba a por ella. "Me disparó en el brazo, pero logré cerrar la puerta y salir". Se escondió, tumbada en el suelo, en un rincón de una sala. "Me agaché en el suelo para reducir las posibilidades de que si disparaba desde fuera me enganchara". En el suelo, no veía nada. "Oí ruido de cristales rotos y el suelo que vibraba". El acusado había saltado a través de la ventana y se acercaba a ella. "Dio la vuelta y sonrió cuando me vio. Venía a por mí; a por mi superior y por mí", rememora.

"Cuando vi que le tenía delante y que me apuntaba, me arrastré por el suelo, para intentar protegerme detrás de una columna". Sabau le disparó a la pierna. "Sentí un dolor terrible; pensaba que de allí no saldría. Llegué a pensar que quería morir por dejar de sufrir", admite Rico, que da las gracias al trabajo de Mossos, SEM y el personal del hospital Joan XXIII de Tarragona. "Hicieron que lo saliéramos", agradece.

Con la eutanasia del acusado, la causa contra él se archivará. "Hay que resignarse", intenta asumir. "No es justo que se priorice los derechos de una persona cuando nosotros también tenemos, y se vulneraron ese día", pide Rico. Tanto ella, como el resto de víctimas, piden que se haga justicia: "Cuando una persona comete un delito, se le debe juzgado. Esto pedimos. Lo necesitamos".

 
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